Festival de Música y Danza

Una 'Turandot' de gran altura artística

Es 'Turandot' ópera de grandiosidades no sólo escénicas sino también sonoras. Es un Puccini alejado del intimismo romántico, de la belleza genuina de 'La Bohéme', o de la sensibilidad exquisita de la 'Butterfly'. Aquí tiene como pretexto el libreto de Adami y Simoni, basado en un cuento o leyenda oriental y sobre él escribe una música excepcional, un canto de despedida, hasta el punto de que no la termina porque le sorprende la muerte y tiene que ser Alfano el que concluya la gran obra del maestro de Lucca.

Obra llena de fuerza, de intensidad dramática, donde tampoco está ausente cierto sentido del humor encarnado en los malos y enigmáticos Ping, Pang y Pong. Pero sobre todo la música se recrea en dos aspectos fundamentales: la grandiosidad y el misterio que rodea la vida y las acciones de Turandot, la dulce pasión de Liú, la arrogancia y valor de Calaf. Personajes que se alejan bastante de la realidad pero que son muy arquetípicos y que consigue adentrarse perfectamente en la narración –musical y literaria– que los rodea. Momentos de gran belleza. Por supuesto el Nessum dorma, donde siempre tenemos que buscar la referencia sublime de Pavarotti, Corelli o Del Mónaco. Pero queda también el 'Non piange Liú', en la mejor línea pucciniana o el aria de Liu, o cualquier otro momento, en esa hermosa alternacia de lo heroico y lo lírico.

En lo que se refiere a los intérpretes solistas, sólo podemos decir que estuvieron estupendos todos. Sin la menor mácula un brillante Jorge de León con registro agudo limpio y poderoso, spinto casi lírico dramático. Muy bien en la comprometida aria del Nessun pero siempre a un nivel de gran altura. Bien, muy bien Anna Pirozzi como Turandot muy segura en todos