La música de Sánchez Verdú puesta al servicio del cine mudo de terror
José Antonio Lacárcel
Viernes, 12 de julio 2024, 23:23
En una noche tremendamente calurosa nos reunimos en el precioso patio del Colegio Mayor Santa Cruz la Real para asistir a un acontecimiento verdaderamente interesante ... donde se mezclaba el arte musical, el arte cinematográfico y la historia viva del cine. Proyección de la película que dirigió en 1922, F.W.Murnau, teniendo como intérpretes a Max Schreck, Alexander Granach y Greta Schröeder, y que se tituló Nosferatus. Una obra que está considerada como uno de los grandes mitos históricos del cine de terror. Película muda que está basada en la obra de Brian Stokes, Drácula, quizá la obra más importante de la literatura fantástica y de terror. Y digo que está inspirada en Drácula pero no sigue fielmente lo que Stokes desarrolla de manera magistral en su novela. Inspiración, sí. Pero Murnau relata su propia visión del personaje mítico del vampiro, aquí encarnado por un monstruoso ser que interpreta convincentemente Max Schrek. Nosferatus es una obra que podríamos calificar de maestra dentro del cine de terror, dentro de la época del cine mudo. Aún hoy tiene el gancho suficiente para no envejecer demasiado. Es una obra de obligada visión para cualquier cinéfilo que se precie. Es como una reencarnación cinematográfica de Drácula pero sin ser Drácula. Aquí es el Conde Orlok pero el planteamiento e incluso el desarrollo es idéntico al de Brian Stokes pero las imágenes pueden resultar mucho más truculentas que las mejores películas de Drácula, que las ha habido, no muchas, pero algunas como la de Ford Coppola.
Pues bien, el compositor andaluz José María Sánchez Verdú hace un trabajo sensacional poniendo música –una más– a esta obra señera del cine mudo en su vertiente de terror. Es un trabajo excepcional, de una gran laboriosidad, de una meticulosidad absoluta. Un trabajo tremendamente responsable y el resultado no puede ser más halagador. Una música inquietante, una música que subraya adecuadamente cada una de las escenas de esta truculenta historia. La gran capacidad creadora de Sánchez Verdú se pone de manifiesto en el tratamiento tan logrado que hace de la orquesta. Cada momento, cada fotograma pienso que alcanza una dimensión más terrorífica gracias a la ayuda de esta música compuesta por el compositor residente del Festival en este año. La OCG respondió admirablemente al trabajo encomendado. Muy disciplinada, siguió al director-compositor y se logró una absoluta simbiosis. De verdad que fue una música con proyección o proyección con música, impecable.
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