Esperanza Fernández, en blanco y negro
Jorge Fernández Bustos
Viernes, 5 de julio 2024, 00:01
Aparte del cambio de vestuario, la primera parte de negro y la segunda de blanco, Esperanza Fernández, con Chano Domínguez al piano, ofreció un concierto ... agridulce, la noche del miércoles, en el Palacio de los Córdova. Había varias razones para ver a Esperanza y para que su propuesta fuera lo mejor de un Festival que, en el plano flamenco, siempre ha ido un poco desorientado. La trianera cumple cuarenta años en los escenarios, siendo una de las cantaoras imprescindibles de finales del XX y comienzos del XXI, casi una institución. Esperanza lleva una carrera coherente, con su voz limpia, canastera y elegante; «larga en cantes, buenas formas y exquisitez en el gusto». Aparte, la cantaora se prodiga poco en Granada. Sin embargo, Esperanza ha tenido un desencuentro con el Festival de Música y Danza, en sus dos apariciones. Las canciones populares han sido interpretadas por cientos de artistas y, aquí, en Granada, sobre todo, algo trillado.
Un acierto indiscutible es contar con el piano de Chano Domínguez, un músico versátil y creativo, que vimos el pasado mayo, acompañando a Martirio, en el teatro Alhambra; y una apuesta aplaudible es el nuevo lavado que han recibido estas canciones, tendentes al jazz, ancoradas en los ritmos latinos. La frialdad del público tampoco ayudó e influyó en la artista, que se dio como nunca, que se dio como siempre, con su sonrisa, con su saber estar, con su alegre braceo.
Chano abrió la noche en solitario, dando muestras de su capacidad pianística, más cercana al jazz que al flamenco. Esperanza, por su parte comenzó con 'Las morillas de Jaén'; para continuar con 'El Café de Chinitas', con un arreglo por tangos, que acompañó en las percusiones Miguel Fernández. Muy atractivos fueros los arreglos a 'Las tres hojas', que nos acercaban a la salsa, al son cubano y hasta a la guajira. Bella fue la 'Nana de Sevilla' y su galapaguito, aunque hubo algún indeseado acople, como bellos fueron 'Los cuatro muleros', por rumbas, y las 'Sevillanas del siglo XVIII' (pieza que ya bailó en este mismo Festival Israel Galván, en el Hospital Real, bajo el clave de Benjamin Alard). Un nuevo interludio de piano, nos devolvió a Esperanza, de blanco, para rematar el breve concierto con 'La tarara', el 'Zorongo gitano' (más animado que de costumbre) y el 'Anda jaleo' que lo ligó con 'El vito'. No se le pidió bis.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión