La Italia y la España del siglo XVIII se funden con Nereydas y María Espada
La calidad interpretativa de la soprano extremeña y la musical del grupo madrileño resuenan con brillo en el Monasterio de San Jerónimo
José Antonio Lacárcel
Sábado, 1 de julio 2023, 22:36
Si la semana pasada tuvimos la buena suerte de escuchar a un interesante grupo portugués en la impresionante iglesia del Monasterio de San Jerónimo, este ... fin de semana se inició con un auténtico acontecimiento musical: la presencia del grupo Nereydas, bajo la dirección de su fundador, Javier Ulises Illán y contando con la colaboración de la soprano extremeña María Espada.
Este grupo, Nereydas, estaba integrado en su presentación ante el público granadino, por los violinistas Ricart Renart y Leonor de Lera, la viola Lola Fernández, el violonchelista Guillermo Turina, el contrabajista Ismael Campanero, en el teclado Alfonso Sebastián y Manuel Minguillón en la cuerda pulsada. A través de ellos, de estos buenísimos músicos, un programa donde se dan la mano compositores españoles e italianos, teniendo como nexo de unión el ser todos ellos del siglo XVIII, aunque alguno ya se adentra en los albores del XIX.
El grupo Nereydas tiene una gran calidad. Son buenos músicos y saben transmitir lo mejor de ellos mismos a través de unas interpretaciones, de un programa sabiamente elegido y que ha sido trabajado minuciosamente. Una técnica que puede apreciarse al escuchar cada una de sus versiones. Un buen conocimiento de las obras interpretadas, del momento en que nacen, con la finalidad con las que son creadas y conociendo sobradamente el contexto histórico al que pertenecen.
Programa selecto
También es muy importante, al manos así lo creo, la ubicación de estas obras, la ubicación de estos compositores y todas estas circunstancias han sido tenidas en cuenta a la hora de elaborar y llevar a cabo un programa selectamente escogido. En esta ocasión se centran, como he escrito antes, en el siglo XVIII y la situación en la corte española de esa época con la llegada de la dinastía de los Borbones que parecen insuflar un poco de savia nueva al viejo tronco, tan castigado, de la casa o dinastía de los Austrias.
Claro que se me podrá replicar que tanto Pergolesi, que abría el programa, como Baldassare Galuppi no pueden situarse en la corte española. Pero no hay que olvidar la interdependencia de los distintos compositores del programa, como los españoles Ugena, Antonio Soler y Jaime Ferrer, su vinculación al Escorial y, sobre todo, la presencia de Corselli italiano de origen pero maestro de capilla en la corte española y que sí puede vincularse a los nombres de Galuppi y de Pergolesi.
Todo ello se relaciona con figuras de la corte española y , como me ha parecido leer en el programa de mano, la presencia italiana simbolizadas en las dos esposas que tuvo el primer rey de la casa Borbón, Felipe V, María Luisa Gabriela de Saboya e Isabel de Farnesio. Todo ello contribuyó a que la presencia y, sobre todo, la influencia italiana estuviera presente en España.
Todo esto se tiene presente por un excelente director y experto musicólogo como es Javier Ulises Ilán, que ha hecho un trabajo muy bueno y ha dotado al programa de una unidad y una coherencia absolutas. Los instrumentistas sonaron magníficos y tenemos que alabar la calidad interpretativa de María Espada con una bella voz, de timbre muy hermoso y sabiendo dotar de gran fuerza a cada una de sus interpretaciones. Por ejemplo, empezó a un gran nivel con la hermosísima Salve Regina para soprano y cuerdas de Pergolesi. Y, sobre todo, brilló aún más a partir del Ad te clamamus.
Lección de buena música
Después interpretó las Lamentaciones segunda de Miércoles Santo, de Corselli, primera de Viernes Santo, de Antonio Ugena, y Seguda de Miércoles Santo, de Antonio Soler, con una maestría, con una calidad vocal, con una seguridad y algo a lo que siempre me refiero, la musicalidad. También hay que resaltar que contó con la preciosa colaboración de todo el grupo Nereydas y con un director eficaz, atento a que se produjera la verdadera compenetración entre cantante e instrumentistas. Fue una buena lección de hacer buena música.
Y lo mismo puede decirse de las partes solamente instrumentales, donde todos, intérpretes y director brillaron a gran altura. Dos espléndidos conciertos de Galuppi y una hermosa versión de la Sonata en Re mayor, del Padre Soler, bien expresada por el clavecinista Alfonso Sebastián, con el final muy brillante del villancico Soy Pastorcilla, de Ferrer, donde volvieron a triunfar María Espada, Nereydas y J.U.Illán.
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