Ismael de la Rosa 'El Bola', un dulce trianero en el Corral del Carbón
El cantaor, acompañado por Yerai Cortés a la guitarra, desplegó en el céntrico escenario una voz heredera de la más pura tradición sevillana
jorGE FERNÁNDEZ BUSTOS
Jueves, 7 de julio 2022, 01:00
En la recta final del Festival de Música y Danza de Granada, el anochecer del miércoles, nos acercamos al Corral del Carbón para darle cobertura ... a ese hermano menor, el FEX, de Extensión más democrática, que nos ofrece 'La generación emergente' del flamenco, dentro del Centenario del Concurso de Cante Jondo de 1922, centralizada en esta ocasión en el cantaor trianero Ismael de la Rosa González 'el Bola', perteneciente a la misma rama familiar que Esperanza Fernández o Curro Fernández, su tío, que fue el patriarca de la saga.
Su voz es cálida y clara y su flamenco puro y profundo, lleno de matices y de recuerdos. No habiendo buen caballero sin eficiente escudero, a su lado rasguea la guitarra, haciendo un tándem perfecto, el alicantino Yerai Cortés (él solo, un espectáculo), que, con un toque parco, le da su espacio, sin hacerse notar más de lo necesario, pero con una musicalidad interesantísima. A pesar de la corta edad de ambos ya tienen una trayectoria amplia que no dejaron de mostrar sobre las tablas del Carbón, en una entrega de riesgo, compromiso y entendimiento. Juntos grabaron en 2018 su primer trabajo discográfico 'En directo'. Tan solo guitarra y cante, no necesitan a nadie más.
Formado para cantarle al baile (La Chana, Güito, Farruquito, Canales, Rocío Molina, Lola Greco, entre otros), Ismael goza del apreciable compás necesario para impregnar el flamenco con el atractivo latido de la poesía. Así, 'El Bola' principió su recital por bamberas, con una gran concesión al fandango con los que remata. Se rompió por seguidillas, con un aire de romance al comienzo, y la guitarra se acerca al zorongo. Magníficos los silencios que acompañaron todo el concierto. En las cantiñas trascendió un cante jerezano. Al tanto le siguió una granaína y se abandoló por rondeñas a los postres,
En la soleá, que en principio fue apolá, con el desgarro justo, conservó los matices propios del auténtico barrio sevillano a que pertenece y acabó deliciosamente musitando. Los tientos tangos los comenzaron por Mariana sin abandonar el ritmo.
Terminó el recital por bulerías, a capela y a palo seco, sin prisas, «arremansás», como se estilan en Triana. Bulerías con todo el gusto; bulerías que constituyen su buque insignia.
Gran recital, que aunque breve en su minutaje, fue inmenso en su entrega. Varios minutos de aplausos de parte de un público entusiasmado despidieron a un cantaor al que no hay que perder de vista, pues dará mucho que hablar.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión