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Josep Pons, en su anterior visita al Festival, en 2017. ALFREDO AGUILAR
«El Festival de Granada ha tenido el valor de mantenerse firme en esta hora difícil»

«El Festival de Granada ha tenido el valor de mantenerse firme en esta hora difícil»

Josep Pons, director de orquesta. El director honorífico de la OCGy la ONEse pone al frente de esta última para interpretar a Mozart, acompañado por la solista Elisabeth Leonskaja

José Antonio Muñoz

Granada

Domingo, 12 de julio 2020, 00:11

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Josep Pons (Puigreig, 1957) volvió a Granada de la mano de Miguel Ríos hace tres años. con su querida OCGen el Carlos V. En esta ocasión, la pandemia ha frustrado un programa de clausura en el que debiera haber dirigido a la Orquesta Nacional de España (ONE) interpretando la 'Sinfonía de los Mil' de Mahler. En su lugar, dirigirá un programa mozartiano con la pianista Elisabeth Leonskaja. Pons no solo habla de música; reflexiona profundamente sobre el momento que nos ha tocado vivir.

–Menudo año de cambios: se suspende su concierto con la OCG, luego la 'Sinfonía de los Mil', pero finalmente, está usted en Granada con la ONE.

–Es el año más especial de mi historia personal, y creo que de la de todos. No hay precedentes, a pesar de que los historiadores nos han refrescado la memoria, y las imágenes son similares. Pero aquí estamos, y eso que podríamos no estar.

–En cualquier caso, suponemos, feliz de volver.

–Claro, fueron diez años los que pasé en Granada, fundamentales para mi vida y mi carrera. Y al Festival estoy encantado de volver también, después de tres años. 3El último concierto en el que participé fue el de Miguel Ríos en 2017, un recital rompedor, porque por primera vez sonó el rock en un Festival en el Carlos V. Con la OCG, puedo ensayar aún acordándome perfectamente de casi todos los nombres de sus componentes. Es una unión muy importante la que tengo con Granada.

–Hay que tener valor para mantener un Festival como este, con las noticias que llegan.

–Sin duda, Antonio Moral se ha mantenido firme en esta hora difícil. Ha sido el único en no bajar la guardia, y el tiempo le da la razón. A su estela, varios festivales han reprogramado sus ediciones. Tengo seis festivales con la Orquesta del Liceo durante este mes, ninguno previsto antes. En todo caso, tan importante como el valor de mantenerse ha sido el valor de reprogramar todo.

–Háblenos del programa que dirigirá esta noche.

–Está integrado por obras de Mozart exclusivamente. En primer lugar, la 'Sinfonía 27', que es una obra de la segunda mitad del catálogo, una sinfonía en Sol Mayor, luminosa. Ytras ella, con cierto sentido del humor, se programa en modo menor, el que preside la 'Sinfonía 40', una buena metáfora de los momentos que vivimos. También el 'Concierto para piano y orquesta número 20 en re menor', contribuye a apuntalar esta sensación. La 40 es la penúltima sinfonía de Mozart, compuesta en 1788, tres años antes de su muerte. El tono en el que está compuesta, para Mozart, simboliza la muerte, la pérdida.

–Coincidir con Leonskaja es una garantía.

–Es una grandísima pianista. Vino hace unos años a tocar con la OCGel 'Concierto' de Schumann, y después ha repetido varias veces con la Orquesta. Creo que empezó a venir con nosotros en el año 96, ahora todo queda lejos... (sonríe). Si tuviera que destacar algo sobre ella, es su profundidad interpretativa. Además, aporta un sonido bellísimo, y es una gran artista. Baste recordar su dúo con Richter.

–¿Cómo ha encontrado a la ONE tras el parón?

–La semana pasada hice ya un concierto con ellos, en el Día de la Música. Bien, en general. La sorpresa de las distancias puede incomodar, como la mascarilla, pero todos nos estamos habituando. Con todo, hay que recordar que han pasado 300 años hasta que se ha conformado un modelo de colocación de las orquestas, y ahora hay que modificar todo... Han cambiado las distancias para músicos y público.

Hacinamiento

–Es paradójico que haya que guardar las distancias en una sala de conciertos pero en una terraza de bar, un tren o un avión, no.

–Esto es un disparate. Yo llego a Granada en un AVEque va hasta los topes, y ni en el andén de la estación de Sants se guarda la más mínima distancia, ni al llegar tampoco. En un concierto te pasas sentado al lado de una persona con la que en muchos casos no hablas, pongamos, dos horas. Y me tengo que estar 'peleando' por el apoyacodos, como siempre, con una persona que se hacina en un vagón de tren conmigo al lado, trenes que además incrementan su número de vagones... En fin, todo es un despropósito y un escándalo.

–Los cambios que han llegado a la clásica, ¿serán permanentes?

–Espero que no... Pienso que durarán hasta que se encuentre un medicamento fiable o llegue la vacuna. No sé qué cosas vienen para quedarse, aunque algunas sí que me gustaría que permanecieran, como el teletrabajo. Francamente, coger un avión para ir a un desayuno de trabajo en Londres, algo que he tenido que hacer en más de una ocasión, me parece una tontería, cuando todo se puede hacer por videoconferencia. Y otras cosas, como el comprar frutas producidas en el otro extremo del mundo. Hay que volver a la gastronomía de kilómetro cero, que las frutas maduren en el árbol y no en un barco. Eso sería muy beneficioso para todos.

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