Philippe Herreweghe | Director de orquesta

«La experiencia de tocar en el Carlos V va a ser para mí algo único e inédito»

– Para usted, Granada no es en absoluto una ciudad desconocida. ¿Qué sentimientos le produce volver?

–Es siempre un gran placer hacer música en lugares llenos de inspiración. Granada es una ciudad de arte e historia. Escuchar aquí la música de Beethoven y Mozart es un gran privilegio.

–La Orquesta de los Campos Elíseos, como el Collegium Vocale de Gante en su día, llevan hoy un sello identificativo de calidad que se asocia con su buen hacer como músico. ¿Cuáles son las características fundamentales de ese sello: quizá la capacidad de innovar y la honradez interpretativa?

–La Orquesta de los Campos Elíseos y el Collegium Vocale Gent son, en efecto, mis dos hijos: es un recorrido de más de 50 años para el Collegium, aunque también para la Orquesta si contamos la experiencia de La Chapelle Royale. En cualquier caso, creo que siempre he intentado trazar mi camino basándome en una verdad musical. El enfoque histórico, con el uso de estos instrumentos con sus colores tan específicos, ha contribuido mucho a ello. Trabajar el repertorio con los instrumentos originales condiciona a menudo la elección de la interpretación, el tempo y el fraseo. Son herramientas, entre otras, que aportan luz al texto y a menudo confirman las intuiciones musicales del artista.

–Las dos obras que integran el programa, qué pueden ofrecer que sea nuevo al aficionado que tantas veces les ha puesto sonido en su cabeza?

–La Sinfonía 'Júpiter' de Mozart y la Sinfonía 'Heroica' de Beethoven son dos grandes obras maestras de principios del siglo XVIII. Llevamos 30 años interpretándolas y el público sigue maravillándose ante estas brillantes partituras. Lo sorprendente es la inventiva y la modernidad visionaria de estas piezas. Escuchar la 'Tercera Sinfonía' de Beethoven es una experiencia única. Es un salto adelante totalmente increíble en la historia de la sinfonía. Se puede interrogar sin fin a estos textos, ahondar en una interpretación para descubrir nuevas herramientas musicales.

–Crear conjuntos propios, un sello discográfico propio, al margen por supuesto de colaborar con grandes orquestas, ¿es un signo de nuestro tiempo?

–La gran ventaja de trabajar con tu propio conjunto ante todo, es la continuidad, un espíritu musical compartido que construimos con el tiempo. Tocar con la Orquesta de los Campos Elíseos es el resultado de 30 años de connivencia entre los músicos y yo, y cada nuevo programa es una nueva etapa de esta experiencia compartida. Esto nos ha permitido llegar muy lejos. ¿Quién habría pensado hace 30 años que los músicos que querían crear esta magnífica orquesta a mi alrededor para tocar la música de Mozart y Beethoven llegarían a tocar la 'Canción de la Tierra' de Gustav Mahler, que interpretamos para nuestro aniversario el año pasado?

–En una época en que, en lo musical e incluso en lo escénico, todo se reescribe y se relee, incluso ideológicamente, ¿qué aporta la interpretación historicista a la experiencia de la escucha por parte del público?

–El enfoque histórico no es un fin en sí mismo. Proporciona claves de interpretación útiles, pero lo esencial está en otra parte. Hace poco escuché la 'Novena Sinfonía' de Schubert por Blomstedt, con quien también hicimos una gira con mi orquesta este invierno. Su visión es mucho más convincente y esclarecedora que muchas de las llamadas interpretaciones «históricas», aunque personalmente prefiero el sonido de los instrumentos de época, que a menudo poseen una inefable fuerza poética.

–La acústica del Palacio de Carlos V es muy especial. ¿Le motiva la experiencia acústica de espacios abiertos como este?

–La acústica de un espacio es un parámetro importante en la ejecución de un concierto. Este programa se presentó en gira en Corea del Sur hace un mes, en salas nuevas diseñadas por los ingenieros acústicos más experimentados. La experiencia del concierto de Granada será única e inédita. Hay que jugar con la acústica e incluso inspirarse en ella. Más aún en un lugar tan sumamente mágico como el Palacio de Carlos V.