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Un momento de la actuación del Cuarteto Cosmos. PEPE MARÍN
Estrellas del Cosmos reflejadas en el agua de los Arrayanes

Estrellas del Cosmos reflejadas en el agua de los Arrayanes

El aún joven cuarteto defendió con soltura un programa con obras de Debussy, Ravel y el compositor residente, Mauricio Sotelo

José Antonio Muñoz

Granada

Martes, 28 de junio 2022, 01:06

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Una bastante fresca noche fue la que acogió en este lunes las evoluciones del Cuarteto Cosmos en el patio de los Arrayanes del recinto de la Alhambra. Una noche que buscó el calor entre las cuerdas de los violinistas Helena Satué y Bernat Prat, la violista Lara Fernández y el chelista Oriol Prat. Al igual que ocurre con su 'hermano mayor' el Cuarteto Casals, el Cosmos se caracteriza por ejecuciones pulcras, aunque en el caso de estos cuatro jóvenes intérpretes, quizá huyan un poco del 'espectáculo' que ofrecen otras formaciones. En cualquier caso, no se equivoquen: estamos ante un cuarteto que ha colaborado con nombres de primera línea, como el pianista Igor Levit y Brendel, muy poco sospechoso de estar en permanente estado de entusiasmo, les señaló como un grupo a seguir.

Después de convertirse en cuarteto residente del Palau de la Música Catalana, su presentación en el Festival de Granada suponía, de facto, jugar en primera división, y se puede decir que se aplicaron desde el primer compás para dejar la mejor impresión posible. Y para ello eligió el único cuarteto para cuerdas escrito por el compositor francés, aceptado como un reto en una época creativa, la última década del XIX, en la que se atrevía prácticamente con todo.

Con ese mismo espíritu, el Cosmos atacó el 'Cuarteto de cuerdas en sol menor' de Debussy, con el 'Animé et tres decidé' donde ya se marcan algunos de los temas que aparecen en el resto de la obra. Conscientes de la importancia de fijar estos en el recuerdo del oyente. Por ello, haciendo honor a las indicaciones del compositor, sonaron muy decididos, sacando el máximo partido a sus instrumentos. Un ritmo que mantuvieron en el 'Scherzo', dotado de una oscuridad –sobre todo en el solo de viola inicial– que contrasta perfectamente con la luz que emana de otros pasajes. El sereno 'Andantino' sirvió como puerta al 'Très moderé' final. Y aquí llegó la anécdota de la noche, ya que la leve indisposición de una espectadora provocó un breve retraso de unos minutos en el inicio de la segunda obra.

Tras este lapsus, pudimos oír el racial 'Cuarteto número 3' de Mauricio Sotelo, que entre sus disonancias esconde los surcos del tiempo, con una inspiración jonda, casi fatal, con una transmisión sonora desasosegante, que supone una forma distinta de leer el repertorio camerístico,

La noche se completó, tras otro breve descanso, con la interpretación del 'Cuarteto de cuerda en fa mayor' de Ravel, igualmente el único que compuso, tocado con idéntica solvencia que los dos anteriores.

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