40 años no son nada
Carmen Linares recuerda sus mejores canciones en un concierto en el Palacio de los Córdova acompañada por otros artistas
Jorge Fernández Bustos
Lunes, 20 de julio 2020, 01:51
Carmen Linares constituye la banda sonora de nuestra vida. Junto a un puñado de artistas –como los dedos de la mano– representa la excelencia, el ... ejemplo y el emblema del último flamenco. Con un concierto llamado 'Carmen Linares, 40 años de flamenco' pretende hacer la gira definitiva, recordando los cantes que ha llevado por bandera, lo más destacado de sus discos, homenajeando a sus amigos y a los poetas que le han prestado sus voces, convocando en cada rincón a los flamencos más destacados para que le acompañen.
Rodeada de una gran orquestación que la arropase (Salvador Gutiérrez y Eduardo Pacheco a la guitarra; Pablo Suárez al piano; Josemi Garzón al contrabajo; y Karo Sampela a la batería; además de las precisas voces de Ana María González y Rosario Amador haciendo coros y palmas), comienza una noche entrañable. Todos sabemos que la voz de Carmen no es la misma que cuando tenía veinte años (¡y qué importa!), su carisma, su eco rozado, su afinación absoluta, su conocimiento, su amor al flamenco y su buen gusto nunca la han abandonado. La coherencia de estos cuarenta años ensolitario así lo avala. Queremos seguir oyendo las joyas que siempre ha tenido por bandera, sus largas cantiñas, sus sentidas tonás, sus desgarradoras tarantas.
Después de entonar 'Me fijé en una ilusión', volvió al micrófono para decir que éste era su primer escenario después del confinamiento y que quería dedicárselo «a todas las personas que aman la cultura y que aman la música». Abre el baúl de los recuerdos con 'Toma este puñal dorao', unas cantiñas que pertenecen a su gran trabajo 'La mujer en el cante', publicado en 1996 con reedición en 2007, que remodela para la ocasión y remata con romeras y coros merecidos. Continúa la linarense con todos los músicos en escena para acercarse a Miguel Hernández, uno de sus poetas de referencia, con 'Andaluces de Jaén', por folías (mudanza antigua de danza española), peteneras y tarantas, para seguidamente quedarse a solas con el piano de Pablo Suárez y acordarse de Enrique Morente y los versos de García Lorca en 'La leyenda del tiempo'. Con tonás y seguiriyas, que borda con garbo la bailaora Vanesa Aibar, se acerca a Juan Ramón Jiménez y José Ángel Valente.
En el ecuador del programa, a manera de bisagra, Salvador Gutiérrez interpreta 'Canción de amor' de Paco de Lucía, que pronto se convierte en bulería teñida de jazz, a la que se incorpora el piano, el contrabajo y la batería, ofreciendo un nuevo concierto dentro del concierto. Paréntesis tras el cual recibe a sus invitados de excepción: Miguel Ángel Cortés y Marina Heredia. Con ellos se acerca la soleá y a los tangos de Granada, con el toque tan nuestro, tan moruno, tan exacto de la sonanta sacromontana de Miguel Ángel y el derroche de voz de Marina. Por Huelva continúa la Dama del Cante, acordándose de nuevo del poeta de Moguer, cuando canta a su pueblo, y dándole paso a las palmeras para que cada una diga su fandango. Termina la pieza con una bella polifonía a tres voces.
La guinda del concierto la pone nuevamente Miguel Hernández con 'Las vendimiadoras' en forma de tanguillos y alegrías, que ilustra Vanesa con bata de cola roja, bolero del mismo color y pañuelo camel. El bis —como no podía ser menos— viene en forma de fiesta por bulerías, donde el poeta de Fuente Vaqueros aporta la 'Baladilla de los tres ríos' y el recurrente 'Anda jaleo'.
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