La Ámsterdam Baroque Orchestra retrata con fidelidad el genio de Bach
La formación conducida por Ton Koopman interpretó la 'Ofrenda musical' del Kantor en el patio de los Mármoles del Hospital Real
No hay dos sin tres, y el de anoche fue el dos. Un dos integrado por una única obra. El segundo concierto del artista residente ... del Festival de este año, el instrumentista y director neerlandés Ton Koopman, reunió en la, de nuevo, calurosísima noche del Hospital Real, a un público ávido por oír al maestro. Y un público entendido, de ese segmento que no va a ver y ser visto, sino a oír. También a ver, más bien percibir nítidamente, por qué los años pasan pero no le pesan. Después del accidentado concierto de anteanoche, la Ámsterdam Baroque Orchestra pudo ensayar en la mañana de ayer en el Auditorio Falla y descansar ante el segundo envite, donde interpretó la conocidísima 'Musikalisches Opfer, BWV 1079' (en español, 'Ofrenda musical'), de Johann Sebastian Bach.
Nos encontramos, es ocioso decirlo, ante una de las cumbres de la música culta, de origen regio. No en vano, fue el propio Federico II El Grande, patrón del hijo de Johann Sebastian, Carl Philipp Emanuel, quien improvisó o tocó un tema que pudo ser invención suya o no, depende de las fuentes, pero que desencadenó en el Kantor una tarea que derivó en la composición de la obra escuchada anoche en apenas dos meses.
Sin entrar en la compleja estructura de la 'Ofrenda', un permanente juego que se inicia con la propia denominación de las dos piezas que la inician y finalizan, sendos 'ricercar' –hoy las denominaríamos 'fuga'– y que podría ser un acróstico de su intención. La obra se enmarca, en definitiva, entre dos piezas que invitan a la búsqueda (ese 'ricercar' italiano) de las múltiples formas en que una sencilla serie de notas puede ser expresada. Y fue esa sencillez aparente del tema principal, felizmente retorcida hasta el límite, la que anoche reflejaron Koopman y los suyos en una interpretación limpísima de esta regia ofrenda musical.
Afinados
No fue una cita fácil. De todos es conocido hasta qué punto el calor maltrata los instrumentos de cuerda, atacando a la afinación. Sin embargo, idéntico mimo al que pusieron los seis músicos que acompañaron a Koopman en la interpretación, lo aplicaron al cuidado de sus herramientas de trabajo. Es curioso observar cómo los miran, sin poses ni excesos gestuales más propios de cuartetos de 'música espectáculo', que alguno hemos visto. Los miembros del conjunto se fueron sumando poco a poco a la fiesta. El entendimiento entre el chelista Bob Smith y Koopman fue una delicia. No necesitaban mirarse para clavar una entrada tras otra. Y esa es una de las particularidades que conlleva una correcta interpretación de la 'Sonata', puesto que clave y chelo sostienen a violín y flauta, que se pegan mucho más al oído.
La flauta Kate Clark adquirió el protagonismo justo en los momentos más comprometidos, como en el 'Canon a 4' con el que finaliza Bach la parte de la 'Ofrenda' dedicada a aquel tema pergeñado o sugerido por el rey Federico. El permanente y complejo diálogo entre temas y voces tan del gusto de Bach explota finalmente en el 'Ricercar a 6' con el que finaliza la obra, en el que todos –Catherine Manson y David Rabinovich, los violines, el violone Michele Zeoli y los ya citados–, tras la imprescindible y no fácil afinación, dieron muestras de por qué el grupo de Koopman es uno de los más solicitados. Violines, chelo, viola, flauta y violone se fueron incorporando a un fin de fiesta que condujo el maestro con la mirada ante el silencioso clave. Al término de la velada, además, el maestro recibió la Medalla de Oro del Festival de manos de Fernando Egea, delegado de Cultura, Turismo y Deporte de la Junta de Andalucía en Granada..
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