AULA DE CULTURA DE IDEAL
«Felipe II fue un rey querido y temido a partes iguales, pero no era un demonio»El historiador y escritor José Calvo Poyato trajo al Aula de Cultura de IDEAL su nueva obra, 'Dueños del mundo', ambientada a finales del siglo XVI
El salón de actos de la ONCE en la plaza del Carmen fue el escenario donde tuvo lugar en la tarde de ayer una nueva ... edición del Aula de Cultura de IDEAL, con el patrocinio de la Fundación Unicaja. En este caso, el invitado fue el profesor y escritor José Calvo Poyato, quien acudió a Granada a presentar su nueva novela, 'Dueños del mundo' (Harper Collins), situada en la época en que la monarquía hispánica y la portuguesa convivieron como una sola, con Felipe II como rey. El salón de actos se llenó para oír al escritor hablar de un periodo que conoce bien, como destacó Eduardo Peralta, director del Aula de Cultura, quien también señaló que incluso habiéndose dedicado a la política, ha dejado amigos por todas partes.
'Dueños del mundo' analiza de forma profunda las relaciones de poder a finales del XVI, e incluye una trama criminal derivada de la aparición del cadáver de un farmacéutico relacionado con la alquimia, una de las pasiones no muy secretas del monarca. «Felipe II provoca cierto rechazo y si figura tiene un matiz siniestro, y no entiendo por qué, más allá de esa imperiofobia tan de moda ahora. Quizá la explicación esté en que sus enemigos, por mucho que lo intentaron, no pudieron vencerle ni en el campo de batalla ni en la diplomacia, pero sí que le vencieron en el relato». Al respecto, recordó interpretaciones torticeras como la que hizo Verdi en su ópera 'Don Carlo', y la propia leyenda negra fomentada por los británicos en la literatura, y recientemente, en las artes audiovisuales.
El escritor invitó a los asistentes a sentirse orgullosos de nuestro pasado, sin convertir la leyenda negra en una «leyenda rosa». Y, centrándose en el personaje del llamado 'rey prudente', desentrañó las razones de que este fuera siempre vestido de negro. Pero no un negro cualquiera, sino un color plasmado en un tejido de lujo que se convirtió en regalo de embajadas, muy codiciado en las cortes europeas. También, a preguntas de Peralta, destacó la importancia del hijo de Carlos V como protector de las artes. «No tendríamos la colección de obras de El Bosco que contemplamos en El Prado, si no fuera por el afán coleccionista de Felipe II, ni la biblioteca del Monasterio del Escorial, impresionante tanto por el continente como por el contenido». Entre estos volúmenes, por cierto, hay muchos dedicados a la alquimia, una ciencia en la que el rey cifró, a veces, su esperanza de salvar la situación económica de un imperio lastrado por las guerras en las que anduvo implicado.
Otros rasgos de su carácter fueron , según Calvo Poyato, su apego por las tareas de la administración frente a las de la guerra –en las que destacó su hermanastro, Juan de Austria– y una profundidad de sentimientos que se hizo patente a raíz de la pérdida de familiares muy cercanos. Del mismo modo, Peralta y el autor repasaron las relaciones del monarca español con la Iglesia. «A pesar de ser ferviente católico, siempre tuvo claras las diferencias existentes entre la fe y la propia institución eclesiástica, y aquellas personas que la representaban», dijo el escritor.
Hubo tiempo también para revisar la geografía de un Madrid que ambos, presentador y presentado, conocen muy bien. «El Madrid de la época fue el entorno en que se movió el rey, entre palacios de cortesanos recién construidos. De hecho, hubo un momento en que durante el periodo de unión entre ambos reinos, se rumoreó en los mentideros de la Corte que la capital del imperio se podía trasladar a Lisboa, ciudad mucho más populosa y con un río mucho más grande».
Finalmente, el autor reivindicó el rigor en la investigación histórica, más allá de los bulos que proliferan en Internet, y sin juzgar a los protagonistas de otro tiempo con los criterios de hoy.
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