Federico García Lorca, fascinado por la masonería
El músico granadino y experto Ismael Ramos identifica la simulación del proceso de elevación del poeta al grado de maestro en una serie de fotos de su amigo, el pintor Manuel Ángeles Ortiz
José Antonio Muñoz
Granada
Domingo, 30 de agosto 2020, 00:19
Una de las razones por las que Lorca fue asesinado sin juicio fue por su pertenencia a la masonería, algo que para los militares ... que se alzaron contra el gobierno de la II República era un delito nefando. Y ello a pesar de que entre los generales que acompañaron a Franco y a Mola en la asonada había masones confesos, como Cabanellas. La pertenencia a 'los hijos de la viuda' –nombre privado que se daba a la masonería– era algo que debía ocultarse, como, en cierta medida, ocurre también hoy, ya que persiste el halo de secretismo, heredado de aquellos tiempos, de unos rituales de iniciación que, a pesar de no ser secretos, han sido muy poco divulgados.
Federico García Lorca quedó fascinado por la masonería, lo mismo que le fascinaron las bodas gitanas o la tauromaquia. El rito fue una de sus mayores fuentes de inspiración, porque procedía del alma del pueblo que siempre quiso dibujar. Por ello, recreó el secreto ritual de exaltación al grado de maestro en una serie de fotos pertenecientes al archivo del pintor Manuel Ángeles Ortiz, íntimo amigo del poeta, y que hoy custodia el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, rescatadas por el músico e investigador Ismael Ramos, vicepresidente del Centro Artístico y profundo conocedor del mundo masónico. Ramos afirma que «llegué a conocer la colección fotográfica con motivo de mi tesis, centrada en Ángel Barrios y su época. Las imágenes, además de artísticamente interesantes, tienen una gran fuerza simbólica y narrativa».
Una carta inédita de Manuel Orozco ha descubierto que el autor de las instantáneas tituladas por el propio Lorca 'La historia del tesoro', donde se reproduce la elevación al grado de maestro masón –a partir de la historia del maestro Hiram, constructor del templo de Salomón, asesinado por sus discípulos tras no poder arrancarle sus secretos–, y donde los actores aparecen en la terraza de la Taberna del Polinario, en el recinto de la Alhambra. En las fotos están el poeta, su amigo Miguel Pizarro, Ángel Barrios y un pintor sueco del que no se recuerda el nombre. Las fotos las tomó Manuel Ángeles Ortiz con la cámara del artista sueco, que, como dice textualmente el artista en esa carta, «pintaba cosas muy raras».
Ortiz también dice que todo fue idea de Lorca. «Todas las escenas tienen un fuerte valor premonitorio», afirma Ramos, «ya que el poeta está anticipando su propia muerte violenta». El investigador, a raíz de su propio conocimiento de los rituales masónicos, descubrió que la serie fotográfica tenía demasiadas coincidencias con dos de los manuales donde aparecen los rituales, y que no son otros que el 'Duncan's masonic ritual and monitor' (1866), y 'Liturgias masónicas del rito escocés antiguo y aceptado' (1878) de Viriato Alfonso de Covadonga. Ambos estaban al alcance de Lorca en la biblioteca del Centro Artístico, del que el poeta era socio desde 1915 y del que era uno de los más asiduos visitantes, especialmente de su biblioteca.
Entorno masón
El investigador recuerda que muchos de sus amigos eran masones. En su trabajo, extractado en la revista 'Alhóndiga', hizo una pormenorizada relación de ellos. En primer lugar, Antonio Segura, su maestro de música, aunque quizás, como afirma Ramos, mucho más que eso, ya que le pudo introducir «en el mundo de las luces preclaras». De hecho, existe una dedicatoria de su ópera prima, 'Impresiones y paisajes», que reza: «A la venerada memoria de mi maestro», una expresión con notables conexiones masónicas. Segura también maestro de Francisco Alonso y de Ángel Barrios, y de él se sabe muy poco, según el investigador. En aquella época formó parte de su círculo y, por tanto, una voz que oyó con suma atención. «Así, Lorca está más en contacto con la cultura masónica que con la propia masonería», acota Ramos.
Además de Segura, hay muchos amigos fascinados por lo masónico, o directamente 'hijos de la viuda'. Entre ellos, el ministro Fernando de los Ríos, y compañeros de la Residencia de Estudiantes, como Luis Buñuel, que tiñe de referencias masónicas su obra 'El ángel exterminador'. «La Residencia de Estudiantes fue un hervidero de librepensadores conectados con el krausismo», asegura Ismael Ramos. Ambos idearios beben del concepto de libertad humana. «Hay un discurso de Azaña donde dice que al hombre no le hace felilz la libertad, sino que le hace hombre», afirma el investigador, «y en la obra de Federico más moderna, en títulos como 'Poeta en Nueva York' o 'El público', hay quien encuentra conexiones con ese ideario, aunque sean forzadas». También aparece este discurso en otras iniciativas del poeta, como La Barraca, que busca «decirle al campesino que es posible otra vida».
Cuando estalla la sublevación en Granada, pasada la indecisión inicial, la burguesía ilustrada y librepensadora tiene que romper con su pasado, al menos de forma simulada. Se produce entonces, como recuerda el investigador, el fenómeno de 'las chimeneas de agosto': en un mes especialmente tórrido, como lo fue aquel de 1936, se veía humo en numerosas viviendas de Granada. Y no eran troncos ardiendo, no;eran libros que podían comprometer a sus propietarios. Entre ellos, como recuerda Ramos, pudieron arder los ejemplares de los catecismos masónicos antes citados, y libros dedicados del propio Federico, que amigos como Ángel Barrios, ante la consumación de su asesinato, se vieron obligados a ocultar.
El 'Hermano Homero'
«Más que la condición de masón o no masón –a pesar de que haya documentos, incluso de logias sudamericanas, que hagan referencia al 'Hermano Homero', presunto nombre masónico de García Lorca, las fotos son interesantes porque muestran una secuencia de escenas que el propio Lorca diseñó y que revelan su fascinación por la liturgia que rodea a la exaltación al grado de maestro masón», asegura el investigador. «Quizá pudo tratarse de un 'storyboard' para la realización deuna película», remacha. En el fondo, la serie de fotos denuncia un asesinato ominoso, perpetrado con un fin que va en contra de los ideales del propio Lorca, y ejecutado, encima, en nombre de la justicia.
Así pues, todo apunta a que Federico no fue masón. Y ello a pesar de las denuncias y la confusión que reinaron en aquellos primeros meses de la guerra, cuando los 'caseros' de las logias les denunciaron –no hay que olvidar el artículo de López Casimiro al respecto, titulado 'Granada, Atenas de la Masonería'–, cuando se intervinieron regalías (instrumentos de logia, algunos de alto valor material), que luego se perdieron, y cuando cualquiera que hubiera tenido contactos con la sociedad era sospechoso de 'rojo'.
A ello también contribuyó, sin duda, el hecho de que la práctica totalidad de los miembros del gobierno de la IIRepública, comenzando por el propio Azaña –elevado al grado 33, el máximo dentro de la masonería, de forma 'exprés'–, fueran 'hijos de la viuda'. La obsesión de Franco con ellos hizo que los cuadros lógicos –listas reales de masones– desaparecieran como por ensalmo. Es otro misterio más de nuestra historia reciente.
Aquellas fotos mal catalogadas como 'Fiesta de disfraces de unos moros' han revelado, tras la investigación de Ismael Ramos, su verdadera profundidad: el testimonio de la fascinación por el rito –masónico– en la vida del poeta.
Un solo documento probatorio y decenas que lo tachan de falso
Como licenciado en Derecho, Ismael Ramos ha investigado los documentos que podrían avalar la pertenencia de Federico García Lorca a la masonería. Y estos son extemporáneos y débiles. Solo una lista sin membrete ni marchamo oficial de la sociedad, elaborada y «falsificada» con el único fin de incriminar al poeta. En contra de esta débil prueba, aparece en el expediente un informe de la Alcaldía de Granada que niega tal pertenencia. Y hoy, en el Archivo de Salamanca, existe una ingente cantidad de fuentes que niegan tal pertenencia: el informe de Falange, por ejemplo, afirma taxativamente que no hay referencias a la inscripción, y en los informes de depuración, que están en poder de la familia y que el investigador Rafael Gil Bracero cita, se dice igualmente que su pertenencia a la Orden Masónica es falsa.
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