«Soy un explorador de sentimientos que usa la literatura como herramienta»
El profesor y colaborador de IDEAL publica su nueva novela, 'El sordo', donde recorre cuatro décadas de nuestra historia reciente cruzando varios géneros
José Antonio Muñoz
Granada
Sábado, 30 de enero 2021, 00:50
José María Pérez Zúñiga (Madrid, 1973), doctor en Derecho, escritor, columnista de IDEAL, es una de las plumas más versátiles de su generación. Cultiva con ... igual interés la prosa, el ensayo, el aforismo, el verso... 'El sordo' (Valparaíso) es su nueva novela, o sus nuevas cuatro novelas en una, porque la riqueza expresiva y el número de historias que integran sus más de 500 páginas la convierten en un mosaico de historias, lugares, vidas y recuerdos.
–La búsqueda de la felicidad es una constante para el protagonista de su novela.
–Mi personaje, Miguel Serrano, es un adolescente. En esa edad tenemos la idea de que podemos hacer lo que nos propongamos. Su ideal es alcanzar la felicidad a través de la experimentación. Como todos los jóvenes, busca lo absoluto, la plenitud. Es una postura muy habitual en muchos de ellos: lo quieren todo y ahora.
–La relación con las mujeres es la gran tela de araña por la que se desliza Miguel.
–Como consecuencia directa de su propia edad, descubre el sexo, el amor, y sobre todo en la primera parte, donde se cuenta su etapa más vitalista, la mujer es una vía de experimentación. Pero también la relación con las personas de su mismo sexo. Está descubriendo el mundo y a quien lo habita.
–El entorno le oprime tanto como le libera. A veces detesta las tiendas llenas y a veces las calles vacías. ¿Pura contradicción?
–Miguel es un practicante del 'Hikikomori'. Es este un término japonés que designa a quienes optan por el aislamiento total, y viven encerrados en su habitación. Se sienten extraños en un mundo que no comprenden, presionados por una sociedad competitiva, y pretenden transformarlo todo desde ese aislamiento. A ese punto le lleva tanto la soledad como la presión del consumismo.
–¿Un camino hacia la locura, entonces?
–Efectivamente, ese progresivo aislamiento le lleva a ingresar en el psiquiátrico, donde tiene contacto con la enfermedad mental, la amistad y la muerte. Ahí se produce el desdoblamiento en múltiples personajes que protagoniza las cuatro novelas que integran 'El sordo' y que se pueden leer, incluso cronológicamente, en un arco temporal que ocupa desde los años 80 hasta la actualidad. Trato de profundizar en la realidad del ser humano como individuo múltiple, heterogéneo, plural, que es como nos obligan a verlo hoy.
–¿Nos obligan a ser los otros, para no ser nosotros mismos?
–Saber quiénes somos es hoy especialmente difícil, porque nos dicen constantemente quiénes tenemos que ser a partir de imágenes vacías que subimos a las redes sociales y que no nos representan. Miguel va a contracorriente: en vez de encontrarse en los medios y la tecnología, se busca en los libros y la escritura.
–Su libro hace reír, sonreír, pensar, mudar el gesto y llorar. ¿Es usted un provocador de sentimientos?
–Más que un provocador, me considero un explorador de sentimientos que usa la literatura como herramienta para comprender.
–En un momento determinado, Miguel es 'alimentado' con periódicos. ¿Leer el periódico nos hace la vida más comprensible?
–Desde luego, uno de los elementos de la crisis que vivimos como sociedad es la devaluación informativa. Que los medios de comunicación serios los hagan los profesionales no es casualidad. Estos son quienes informan con veracidad, y son capaces de generar una opinión pública libre y democrática. Informarse por las redes sociales, que no están hechas para eso, y no pagar por una información veraz, nos empobrece. Lo mismo que el ocio vale, la información también debe tener un precio. Y la literatura, por supuesto. Los creadores tenemos que ganarnos la vida.
–Hablando de política, usted es muy crítico con la partitocracia.
–La partitocracia ha pervertido el sistema democrático. No se apoyan ideas, sino personas, estatus. La descentralización no ha traído el pretendido contacto directo con el ciudadano. En esta crisis sanitaria hemos visto que hay materias, como la sanidad, en que cada uno ha hecho la guerra por su cuenta. Y otro tanto ocurre con la educación. Descentralización ha significado, en muchos casos, una administración menos competente. Y los partidos se han convertido, a veces, en instituciones en las que entrar para vivir de la política, no para servir al ciudadano.
–El cine aparece también en 'El sordo', con referencias a 'La ventana indiscreta' o 'Alguien voló sobre el nido del cuco'. ¿La vida de Miguel tiene mucho de cinematográfica?
–Absolutamente. La historia de Miguel arranca en el mundo de 'Cine Aliatar', en unos años 80 en que el cine americano era el modelo de comportamiento. Empecé a trabajar en 'El sordo' en 1999, y su desarrollo ha sido similar a la escritura de una película. De hecho, me han venido a la mente muchos fragmentos de películas al escribirla. La vida ha ido otorgándome las armas para desarrollarla y enriquecerla.
–¿Estamos todos a un paso de la locura, sin saberlo?
–Todos nos movemos entre la realidad y la irrealidad. La identidad y la madurez está en encontrar un punto de equilibrio. Hoy día quizá sea especialmente difícil, con lo que estamos viviendo. Tengo mucho respeto a la enfermedad mental, porque es algo difícilmente controlable.
–¿Qué fuentes ha utilizado para investigar en este campo?
–Básicamente, obras como 'Despertares' de Oliver Sacks o 'Teoría de los sentimientos', de Carlos Castilla del Pino. Luego, he recreado el ambiente del antiguo psiquiátrico de Granada, y pensado en cómo mi personaje reaccionaría ante determinados estímulos y circunstancias.
–En el libro introduce algunos poemas basados en juegos de palabras. Para un narrador nato, ¿qué es la poesía?
–Un género, un instrumento del que me valgo para dejarme llevar. Hay veces que la escritura me los sugiere. Ya me ocurrió con 'Cine Aliatar', y acabé publicando el poemario 'Cartelera de Cine Aliatar'.
–El libro termina con una sorpresa: píldoras de novela de intriga con los nazis y Granada como protagonistas.
–Sí, es una coda que entronca con nuestros días y que es tan poco conocida como totalmente real. Es un episodio curioso que introduce un género más en la novela. Espero que guste a los lectores.
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