«La esencia de Mamabaker es hacer lo que nos dé la gana»

Es este un disco muy anterior a la pandemia, que ha afectado a todos los miembros de la banda en sus muy variadas actividades. «Se grabó parte en junio y parte en diciembre de 2019, y se mezcló a principios de año. La parte 'in' solamente aparece porque aprovechamos el tiempo que desgraciadamente teníamos en el confinamiento para lanzarlo. No se nos ocurría nada mejor en lo que pasar el tiempo».

Sobre su intermitencia, que comparte con Miguel Ríos, Castañeda afirma que «aprendimos tarde aquello de no decir verdades categóricas que no podemos cumplir… Ahora nos planteamos ser como el Guadiana, apareciendo y desapareciendo, y que el agua siga sonando hasta que nos sequemos». Y en esos espacios de aparición, ha tenido tiempo para decir muchas cosas, sobre el amor, pero también sobre la propia existencia... «Es cierto que el amor (o el desamor) suele monopolizar la temática. En nuestro caso, las letras sirven de terapia emocional individual, y cada cual saca fuera lo que considera esencial y concreto en el momento en que lo escribe, llámese amor, odio, miedo, alegría». Y añade: «Lo mágico aparece cuando cada cual, al escuchar las canciones, le da la interpretación que le interesa o que le motiva en ese momento, que no tiene por qué ser la misma del autor».

El grupo se ha vuelto a quedar sin batería, ya que Tacho González también ocupa el lugar tras los bombos en 091. Pero no les importa. «Sabemos perfectamente cuáles son las prioridades, y el lugar que MMB ocupa en todo esto. Hay dos proyectos que están muy asentados (091 y Niños Mutantes) y otro, el de MMB, que al no tener ninguna presión en este sentido nos permite hacer lo que nos da la gana. Y es precisamente esta la esencia del grupo.

El vídeo de presentación del disco es una 'road movie'. «En el momento en el que salió, en pleno confinamiento, se podía haber llamado perfectamente 'Calles vacías' en vez de 'Almas vacías'. No fue buscado intencionadamente, sino que la idea estaba ahí. Qué verdad tan grande es eso de que la ficción supera muchas veces a la realidad». El oscuro futuro inmediato en el ambiente no genera presión a la banda. «Seguiremos como el Guadiana mientras lleve agua», dice Herrera. «Durante este periodo de cuarentena habrá quien ha hecho canciones como para tres discos. No es nuestro caso, aunque para algo hay, seguro».

Sobre la vigencia de los modos de hacer música que les alumbraron hace casi tres décadas, comenta que «siempre hemos querido pensar que nuestro sonido era nuestra seña de identidad y que, para bien o para mal, nos distinguía de los demás. Si suena a Mama Baker, es que hemos conseguido lo que queríamos. ¿Quién sabe si en un futuro habrá un sonido MMB 2.0?», dice entre risas.

El disco tiene dos añadidos, las actualizaciones de 'Hay algo que me vigila' y 'Soy yo', nacidas del que iba a ser un único concierto para conmemorar el 20 aniversario de la edición de 'Lunar', que al final se convirtieron en varios conciertos durante todo el año. «Uno de ellos fue un acústico en la Corrala de Santiago, lo que nos obligó a pensar un repertorio más desenchufado. Nos gustó especialmente el resultado de estas dos canciones, y ya que estábamos en el estudio, decidimos grabarlas en ese formato», dice. «En el caso concreto de 'Hay algo que me vigila', era de las primeras canciones del grupo y nunca se había editado (salvo en la maqueta de 1994), y es una canción a la que tenemos un cariño especial. Tiene además la aportación genial a las teclas de Raúl Bernal», recuerda.

Del mismo modo, Herrera confía en que estas canciones suenen en directo. «Muchos de los comentarios que nos llegaban cuando la gente empezó a escuchar el EP, decían que querían oír las canciones en directo. Así que tarde o temprano habrá que contentar a la gente. No hay que olvidar tampoco que en breve se cumple otro aniversario. Y aquí es donde dejamos los puntos suspensivos...».

Ahora, Mama Baker, como todos, se sienten vigilados. «No hay por qué rasgarse las vestiduras por ello, hay que saber aceptarlo, convivir con ello y saber marcar los límites», dice Herrera.