Los escudos de la Real Chancillería recuperan su 'real' esplendor

Impresionantes iconografías, estudiadas en profundidad por el profesor Miguel Ángel León, que los considera «ostentosos certificados de propiedad», y que con el paso de los años se han ido deteriorando hasta el punto de que algunos detalles prácticamente habían desaparecido por efecto del ennegrecimiento. Un deterioro que, afortunadamente, no sólo se ha frenado, sino que se ha corregido. Una tarea de la que se está encargando Miguel Ángel Mercado, un reputado restaurador granadino especializado en obras de grandes dimensiones en construcciones monumentales como la Catedral de Granada o la Mezquita de Córdoba.

¿Por qué se producen estos desperfectos en un edificio cerrado? Pues básicamente porque durante largo tiempo no estuvo cerrado y los agentes climáticos tuvieron una incidencia muy negativa, explica Miguel Ángel Mercado. «Les afectó la lluvia, las filtraciones, los cambios térmicos, el viento y también la luz solar, que incide en los barnices mediante un proceso de foto oxidación, degenerándolos hasta convertirlos en opacos», asegura. En los estudios preliminares también se evaluaron las alteraciones y lesiones provocadas por causas derivadas de la acción del hombre como la contaminación por anhídrido sulfuroso o carbónico y compuestos orgánicos volátiles.

La intervención, que se inició en mayo por encargo de la Consejería de Justicia, titular de la Chancillería, y que finalizará en el transcurso de las próximas semanas, se ha centrado en las tres grandes divisas que hay en la galería, y de las que, por ahora, se desconoce su autoría –lo normal es que, al no tratarse de lienzos o retablos, no aparezcan firmadas y los historiadores tengan que acudir a documentos como contratos–. En estos días Miguel Ángel Mercado está trabajando en el escudo de Granada, cuya principal patología era la pérdida de la gama cromática y la prevalencia del negro. «Hemos realizado una laboriosa tarea de limpieza y de retira de barnices que habían corrompido la policromía original, recuperando el tono dorado y aplicando retoques de color en los detalles más perjudicados», explica Miguel Ángel Mercado.

En el de Carlos V, con el águila bicéfala que presenta la unión de los dos imperios en los que reinó, el español y el alemán, la pigmentación presentaba una preocupante pérdida de adhesión al muro. Este problema ya se ha subsanado tras acometer un proceso de fijación y reintegración. También se ha finiquitado la actuación en el blasón de Felipe II, donde se ha procedido al relleno y la consolidación de los espacios huecos. En esta ocasión resulta muy evidente el mal estado de sucesivos retoques. Especialmente los que se hicieron en el siglo XIX.

La restauración de todo el conjunto se ha realizado a partir de un minucioso análisis que proporcionó toda la información histórica, estética y técnica de las piezas.Por ello se requirió una aproximación interdisciplinar. Los métodos empleados para este diagnóstico fueron de naturaleza no destructiva, con especial atención a las zonas ocultas bajo sucesivas capas de pintura. Todo empezó con una inspección organoléptica (sensorial) a partir de documentación fotográfica y la toma de medidas para la planimetría.

Este tipo de decoración mural tiene numerosos paralelismos en la propia Granada. Principalmente en edificios cuya construcción promocionó la propia corona. Se pueden ver, tallados en piedra, en la portada principal de la Capilla Real y en la Puerta del Perdón de la Catedral de Granada.