«Las élites no respetan la palabra, y por eso piensan que se puede mentir sin coste»
Entrevista con Rafael Álvarez 'El Brujo', que trae a Granada y Almuñécar su nuevo montaje, 'Dos tablas y una pasión'
José Antonio Muñoz
GRANADA
Sábado, 25 de enero 2020, 01:33
Rafael Álvarez 'El Brujo' (Lucena, 1950) tiene nuevo espectáculo. Esto, que no deja de ser una costumbre anual –como pasar por Granada para presentarlo, en ... este caso por la capital este fin de semana y por Almuñécar en febrero–, siempre es una buena noticia para el amante del buen teatro. Su nuevo montaje se llama 'Dos tablas y una pasión'. Pasen y vean. La función va a comenzar.
–¿Cuál es el origen de este montaje?
–Mi necesidad de trabajar para pagar las facturas... (risas). Es un recorrido a través de los clásicos del Siglo de Oro, muy a propósito para festivales de teatro de verano, pero que se ha extendido a toda la temporada. En los festivales tenemos la oportunidad de trabajar con los clásicos, una maravillosa fuente de conocimiento literario.
–Que algunos desdeñan...
–Es cierto. Ahora, los clásicos interesan menos que las redes sociales, que son más efímeras. La formación del público que acude al teatro tenemos que suplementarla a veces desde el escenario, ofreciéndoles la posibilidad de conocer estos grandes textos. Hay que dárselos bien, explicárselos con un lenguaje accesible que los haga reír.
–¿Qué revelan los clásicos?
–El alma humana, de la que sabemos muy poco. La poesía siempre habla del alma. Los modernos también pueden revelarla, ojo. Valle Inclán, Arthur Miller o Alfonso Sastre son ejemplos de ello.
–¿Y una concepción de la vida distinta?
–Claro. Para ellos los valores del espíritu predominaban sobre la pelea por la existencia, sin reglas, característica de la vida moderna. Se luchaba por subsistir, claro, pero veían la vida como una aventura romántica, donde la poesía era casi una religión. Hoy, las élites no respetan la palabra, y por eso parece que se puede mentir sin coste.
–¿Cuáles son los temas principales de 'Dos tablas y una pasión'?
–El amor, la muerte y la belleza. Son los tres pilares en torno a los que gira el pensamiento poético del Barroco español. Por qué la muerte acaba con la belleza física, si esta es fugaz, y cuál era la belleza que estos buscaban.
–¿Cómo ha evolucionado su pasión por el teatro?
–La pasión es una fuerza que se depura: primero es bruta, como un caballo brioso. Pero esa fuerza hay que reconducirla, modelarla. Controlándola, puedes facturar una fórmula cada vez más refinada, que exprese mejor las cualidades del espíritu.
–¿Qué significa para usted Granada?
–Es una ciudad mágica, tanto que creo que es de las pocas en que he hecho todas mis obras, y a la que vengo todos los años. Y el público siempre llena el teatro.
–Tras Paco Rabal y Rajoy, ¿cuál es ahora su imitación estrella?
–Rajoy me creó un problema cuando se fue. Porque imitarle, aparte de gustar mucho al público, me ofrecía un amplio registro. La verdad es que casi pensé alguna vez en votarle para que no se fuera, pero me arrepentí antes de hacerlo... (risas). Ahora, ningún político merece ni una imitación jocosa.
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