El ecuador de la Academia de Órgano
Una semana intensa, con varios conciertos memorables, entre los que destaca que el ofrecieron Víctor Baena y Lisette Calebur
Andrés Molinari
Jueves, 11 de septiembre 2025, 23:31
Cada mes de septiembre, desde hace ya 24 años, la Real Academia de Bellas Artes de Granada ofrece una oportunidad casi única de escuchar música ... de órgano en lugares «cerrados para muchos, abiertos para pocos», como los monasterios femeninos de la ciudad y algunas otras tribunas, de las que se reparten el riquísimo patrimonio orgánico granadino.
Esta vigésimo cuarta Academia Internacional de Órgano comenzó el pasado domingo con un precioso concierto a cargo de Konstantin Volostnov en el Auditorio Manuel de Falla. El concertista ruso se avino bien con el instrumento granadino y logró instantes de gran calidad sonora con sus versiones de Bach y su excursión a Cesar Frank. El martes fue el turno de Roberto Antonello, en el Perpetuo Socorro. Un órgano totalmente diferente, más afrancesado y de tamaño idóneo para los volúmenes pétreos de este santuario. Sabedor de sus características el músico de Treviso transitó por las partituras de Mendelssohn y Vierne hasta rozar lo compuesto por nuestro Juan Alfonso García.
Epicentro
La Academia setembrina, que durante una semana coloca a Granada en el epicentro de Europa, en lo que respecta a la música orgánica, completa los conciertos con Clases Magistrales a cargo del mencionado concertista ruso, Mónica Melcova y el académico Juan María Pedrero, coordinador de los actos. Así mismo se ofrecen dos visitas guiadas a los órganos de San Jerónimo y Nuestro Salvador, en los que participa el experimentado y experto organero granadino Francisco Alonso Suárez, precisamente autor del órgano albaicinero.
Como final de la primera parte de la semana, se brindó un concierto insólito. Sabedora la organización de que los órganos a escuchar sonarían en lugares de aforo reducidísimo, acertó plenamente a ofrecerlo dos veces y en dos lugares totalmente diferentes aunque similares. A media tarde, el monasterio de Santa Isabel la Real de monjas clarisas. Y al oscurecer, en el de Santa Catalina de Zafra de madres dominicas. Ambos conciertos fueron patrocinados por el Patronado de la Alhambra y el Generalife, dentro de su, hogaño muy activo y feraz, plan de difusión y apoyo cultural.
Pero lo más inaudito de la oferta fue la presencia de un dúo formado por órgano clásico y violín barroco. El conjunto Sonorus, integrado por los jovencísimos Víctor Baena y Lisette Calebur deleitó al público, que llenó por completo ambos recintos. Donosos en las fugas, solemnes en los tientos, delicuescentes en las almandes, casi divertidos y ligeramente teatrales en los bailes. Ambos intérpretes imitando en sus ocultaciones la clausura clerical que los acogió como anfitriona.
Autores frecuentes y otros casi desconocidos, pero creadores de belleza en la sempiterna Europa. Para la música, nunca nuestro continente se mostró fracturado por tanta y tan pertinaz frontera.
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