«Disfruto tanto a Brahms como a don Antonio Chacón»
Este verano tiene plaza en los Arrayanes en el Festival de Música y Danza
Jorge Fernández Bustos
Martes, 27 de febrero 2024, 00:06
Con multitud de conciertos y grabaciones de corte clásico, Juan Carlos Garvayo se siente flamenco. Es Catedrático de Música de Cámara del Real Conservatorio Superior ... de Música de Madrid y Presidente de la Sección de Música del Ateneo de Madrid («Enseño en el Conservatorio Superior, pero el flamenco siempre ha sido mi pasión»). En 2013, Garvayo recibe el Premio Nacional de Música en la modalidad de Interpretación, como miembro del Trío Arbós; en 2017 se le concede la Medalla de Oro de la Ciudad de Motril; y en 2018 es Hijo Predilecto de la Provincia de Granada. Desde hace un tiempo, de manera extraoficial, compone para el flamenco. Este verano tiene plaza en los Arrayanes en el Festival de Música y Danza. Junto al cantaor y paisano Antonio Gómez 'el Turry' han grabado varios temas: 'La casada infiel', 'Levantica del Cojo de Málaga' o la granaína 'El tesoro oculto', con lo que conformarán un disco, aunque ya se pueden escuchar en plataformas digitales.
–¿Ha marcado de alguna forma su carrera ser de Motril?
–Para bien o para mal, toda persona recibe marcas del entorno en el que transcurre su infancia o su adolescencia. Pero creo que lo importante es convertir esas marcas en senderos de ida y vuelta hacia el resto del mundo que te permitan desarrollar tu potencial y tus anhelos. En mi caso, mi vida es también mi carrera, porque el arte es mi vocación y no podría vivir si no respirara arte cada segundo de mi existencia. De Motril llevo en mi corazón la caricia (que no la marca) de su mar, de su cielo y de sus afectos fraternales; las otras marcas, las inevitables heridas de todo ser humano, son ahora preciosas lecciones de vida. Tanto unas como otras nutren de belleza y sabiduría mi carrera y mi vida.
–En 1988 se fue a Estados Unidos ¿Qué le queda de su etapa americana?
–Estoy muy agradecido a los Estados Unidos por la formación y las oportunidades que me ofrecieron las universidades en las que estudié. Yo venía de un sistema de enseñanza musical arcaico, rancio y con innumerables deficiencias y recuerdo mis años de formación en América con mucho agrado. Estaba hambriento y sediento intelectualmente y esos años me saciaron a base de manjares exquisitos. Sin embargo, nunca pensé en quedarme a vivir allí. Mi cultura y mi sensibilidad son mediterráneas.
–¿Desde cuándo le interesó el flamenco?
–No puedo decir una fecha o un momento concreto. El flamenco siempre ha estado presente en mi vida. Mi tío abuelo, el pintor Manolo Garvayo, que siempre ha sido una fuente de inspiración en mi vida, era muy flamenco y conoció a Rafael Flores y a Joaquín Vargas, más conocidos como el Piyayo, y al Cojo de Málaga. Mi educación académica siempre ha estado en el ámbito de la música clásica en el que —especialmente en España— se desprecian otras músicas que no sean las canónicas de los conservatorios; sin embargo, en mí siempre han resonado de manera natural muchas otras músicas y, entre ellas, el flamenco en primer lugar. Me considero un aficionado empedernido e incurable y disfruto tanto a Brahms como a don Antonio Chacón.
–¿Fue con el Trío Arbós con quien dio el primer paso hacia el arte de Silverio?
–En el año 2007 comenzaron las colaboraciones del Trío Arbós en obras del compositor Mauricio Sotelo que incluían intérpretes del mundo del flamenco como Arcángel, Agustín Diassera, Fuensanta la Moneta o Cañizares. En 2017 decidí dar un paso más allá y —gracias a un premio de la Fundación Ernst von Siemens— encargamos obras a siete compositores internacionales bajo la premisa de que reflexionaran musicalmente sobre el flamenco. El programa también incluía flamenco tradicional con arreglos propios para trío y cantaor, en este caso el jerezano Jesús Méndez.
–¿Qué recuerda de su intervención, junto al Trío Arbós y Rafael de Utrera en el Festival de Música y Danza de 2022.
–Ese concierto fue muy importante para nosotros. Fue un encargo de Antonio Moral, como parte de la celebración del centenario del Concurso de Cante Jondo y fue muy emotivo hacerlo en la Plaza de los Aljibes, el mismo lugar en el que se celebró. Antes de este proyecto ya existía otro, también con Rafael de Utrera, recogido en nuestro disco Travesías. Yo no pretendo emprender una carrera en el mundo del flamenco. Simplemente me considero músico en el más amplio sentido del término. Unas veces toco Schubert, otras Stockhausen y otras una seguiriya del Marrurro.
–¿Qué tiene el flamenco que no se encuentra en otras músicas?
–Quizás el flamenco (hablo del flamenco de verdad y no de subproductos del flamenco) posee un universo marcadamente personal y reconocible capaz de transmitir emociones con una contundencia poderosísima que va desde el refinamiento más exquisito a la violencia extrema. Creo que la capacidad de conmoción estética del flamenco es única. Como intérprete, además, me apasiona la maravillosa paradójica sensación de libertad que se puede llegar a experimentar dentro de códigos formales cerrados y precisos como son los del flamenco.
–¿Ha sido casualidad que encontraras a un paisano para esta incursión flamenca?
–Yo creo que las casualidades no existen. Uno crea inconscientemente las condiciones para que los encuentros felices se produzcan. Curiosamente, Eduardo Fernández, uno de mis primeros profesores de piano en Motril, es pariente de Antonio y yo ya conocía a su padre Ricardo y a algunos de sus tíos. Mi madre era almuñequera como el Turry y yo pasé gran parte de mi infancia en esa ciudad. Ambos conocíamos nuestro trabajo antes de encontrarnos y llegamos a intercambiar algún mensaje, pero fue el Alegro–Soleá de Robledo y Morente con la Orquesta Ciudad de Granada lo que nos juntó definitivamente. Quizás el espíritu travieso de Morente hizo algo por ahí… quién sabe. Hace poco volvimos a hacer esa maravillosa obra en Brasil.
–Acaba de salir el single de 'La casada infiel'. ¿Para cuándo el disco?
–El mundo de la fonografía ha cambiado tanto en estos últimos años… las plataformas digitales ofrecen ahora la posibilidad de sacar singles con gran facilidad y tengo que decir —después de más de 60 discos a mis espaldas— que me encanta. Trabajar en un solo tema, pulirlo, grabarlo y darlo a conocer es muy estimulante para seguir produciendo más música sin tener la obligación de completar todos los temas que componen un álbum completo. Por supuesto, cuando el disco tenga que venir, también vendrá.
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