Paolo Pinamonti | Director del Festival de Música y Danza
Verano con otras gafas
«Los días de playa en el Lido de Venecia parecían no tener fin»El italiano apenas tiene descanso. Ya prepara el programa de 2026. Las gafas son de atrezzo, porque no las usa. Le basta con su sombrero Panamá.
Como buen italiano, Paolo Pinamonti (Venecia, 1958) ama la ópera, y una buena escenografía que enmarque unas voces de calidad son uno de sus máximos ... goces. La entrevista se desarrolla en el Corral del Carbón, donde Lope de Vega llegó a representar algunas de sus comedias. Ycomo no usa gafas de sol, las que aparecen en la foto sobre su imprescindible sombrero Panamá son de atrezzo.
–Verano en italiano es 'estate'. Pero usted no se está quieto, ni siquiera en verano. ¿Qué le inspira la palabra?
–El verano me recuerda a cuando era un niño, y tenía unas vacaciones larguísimas que iban desde mediados de junio hasta finales de septiembre.
–Dejaba entonces de ser Pinamonti, Paolo (en Italia en el colegio los niños se presentan así) a ser simplemente Paolo.
–(Risas) Tal cual. Yo vivía en las montañas de los alrededores de Venecia, y llegaban mis primos a pasar el verano conmigo, Y jugábamos todo el día, como hacen los niños, sin preocuparnos de qué iba a pasar al día siguiente.
–Luego, andando el tiempo, interpretó usted del papel de padre. ¿Un papel complicado?
–Para nada. Es un papel feliz, porque me encantan los niños. Llevaba a mis hijos cuando eran pequeños al Lido de Venecia.
–¿Y cuando no andaba en la playa o en la montaña, qué hacía?
–Trabajar... (sonríe). Desde que comencé a ejercer como gestor cultural, he trabajado en verano. Al incorporarme a este mundo, comenzamos a gestionar el Festival de Verano de Venecia, y era fundamental –lo sigue siendo hoy en día– mantener contacto frecuente con los responsables de otros eventos parecidos al nuestro. Cuando estaba trabajando en la Fenice, me pasaba el verano entre Venecia, Salzburgo, Aix en Provence, y Granada, claro. Viajaba tanto como ahora por cuestiones de trabajo.
–¿Cómo se vive en una ciudad tan turística como Venecia?
–A veces, puede ser complicado, pero nosotros, cuando no estaba trabajando, nos alejábamos hasta el Lido y alquilábamos una caseta en primera línea de mar para toda la temporada con amigos que tenían hijos de la edad de los míos. Allí comíamos e incluso cenábamos. Los días parecía que no tenían fin. Cuando cerraban la playa, cogíamos el vaporetto y una parada después estábamos en casa.
–¿Cuál era su comida en verano cuando era pequeño?
–Algo sencillo, una buena pasta y alguna ensalada. Nada complicado porque no aguantábamos mucho rato sentados en la mesa.
–Venecia es una ciudad curiosa. Tiene un festival de cine cuando ya no quedan cines en el centro de la ciudad. ¿Cómo vivía usted ese festival? ¿Es muy mitómano?
–Efectivamente, Venecia tiene el festival de cine más antiguo del mundo, ya que se creó en 1932. No soy muy mitómano, pero la llegada de los actores al Lido y el revuelo que siempre había alrededor era imposible de pasar por alto. Vi a muchos actores y actrices, porque desde la Bienal, donde era asistente, formábamos parte de la organización.
–¿Recuerda algún revuelo especial?
–Hace unos años, una vez que vino Tom Cruise, la expectación se desbordó.
–La música italiana tiene grandes 'hits' de verano, desde 'Cuando calienta el sol' a 'Vamos a la playa'.
–No he seguido mucho la música pop, pero sí recuerdo de alguna que otra fiesta, en la que los discos pequeños, los sencillos, sonaban en el 'pickup'. Nosotros los llamábamos 'mangiadischi' (comediscos).
–¿Es usted muy de guateques?
–No, siempre fui una persona muy seria. Siendo muy joven comencé a trabajar en el Festival de Música, en el Festival Nono... Mi primer trabajo fue el 'Prometeo' de Luigi Nono, en 1984, no me dio mucho tiempo de quedarme en los guateques hasta la madrugada. Terminaba de madrugada, pero de trabajar.
–Sí tendría usted sus 'stars' en el mundo de la clásica...
–Sí, sobre todo seguía a los grandes directores. Nunca olvidaré cuando conocí a Bernstein, que vino con la Orquesta de LaScala de Milán a la iglesia de San Giovanni e Paolo, cuando dirigió la 'Sinfonía de los Salmos' de Stravinsky. La acústica era horrible, las disonancias tremendas, pero sólo mirar la gestualidad de Bernstein hizo que los problemas acústicos carecieran de importancia. Me quedé fascinado absolutamente.
–Menudo teatro, la piazza di San Marco. Ya lo dijo Napoleón...
–Sí, han sido muchos conciertos los que produjimos allí, y también en la propia basílica. Ciertamente, es un escenario impresionante.
Como siempre
–¿Cómo son sus vacaciones ahora?
–No son muy diferentes de los que viví cuando era niño. Las sigo viviendo en familia, muy tranquilas. Por suerte, cuando he tenido que viajar ha sido por motivos de trabajo, y en cuanto puedo parar, no me muevo de casa. Mis nietos pasarán conmigo mis días de descanso. Para mí, es lo mejor que me puede pasar.
–¿Pero con los niños pequeños cabe la tranquilidad?
–Claro que sí. Tengo una relación fantástica con ellos. Tienen siete y cuatro años, y les gusta estar conmigo. Nos vamos a pasear, vamos a la casa de campo de mis padres...
–¿Cómo es esa casa?
–Está al norte de Vicenza. Tiene un paisaje maravilloso y sobre todo, la quietud es total. Puedo leer, oír música... Tomarme la vida de otra forma.
–No usa gafas de sol, se las hemos tenido que poner a su sombrero... ¿Por qué?
–Porque tengo los ojos oscuros, y nunca tuve problemas con el sol. En la sierra cuando he ido a esquiar tampoco las uso, sólo cuando nieva, para que la nieve no me golpee directamente.
–Ahora trabaja usted en un festival, el de Granada, que abre las puertas al verano. ¿Qué le gusta más del verano granadino? ¿Hay algo que no le guste tanto?
–Granada me gusta mucho, siempre. Y el verano también, porque el ambiente en la calle es fantástico. Me gusta comer helados, y la comida es fantástica. No encuentro nada que no me guste.
–¿Le preocupa el turismo de masas, que afecta tanto a Venecia como a Granada?
–En Granada hay turistas en determinadas épocas del año, pero en otras no. Ahora, en verano, pienso que es una ciudad muy tranquila. Los españoles son más de playa, así que en los días de verano en Granada se puede disfrutar la ciudad.
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