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Debut de Lucas Macías al frente de la OCG
El nuevo director de la Orquesta Ciudad de Granada deja una muy buena impresión en su primer concierto como director titular de la formación
emilio lacárcel vilchez
Sábado, 3 de octubre 2020, 01:33
La Orquesta Ciudad de Granada ofreció un concierto que había despertado un especial interés, pues se trataba del primer concierto de su nuevo director titular, ... Lucas Macías, al frente de la misma. Esa lógica expectación estaba incrementada por el gran atractivo de las dos obras programadas, «Le Tombeau de Couperin» de Maurice Ravel y la «Sinfonía nº 3 en mi bemol mayor, op. 55 Heroica «de Ludvig van Beethoven. Dos colosos de la música, con unas estéticas muy diferentes, para el debut de Macías, lo cual constituía un importante reto por la exigencia que estas piezas suponen.
La velada se inició con «Le Tombeau de Couperin», una obra que homenajea al compositor barroco en la que Ravel demuestra su enorme talento en el manejo de la plantilla orquestal; con cierta influencia de la estética impresionista, tan dada a esbozar motivos y a enriquecer la sonoridad con efectos tímbrico sutiles, Ravel maneja magistralmente la orquesta, utilizando el viento, especialmente la madera, de forma exquisita y jugando con la dinámica con enorme habilidad para construir esta hermosa y elegante obra, que refleja muy bien la personalidad del compositor francés. Desde mi humilde punto de vista, la lectura que Macías hizo de la obra fue muy acertada; no cabe duda de que estaba muy bien trabajada, siendo muy efectivos los cambios dinámicos y estando bien equilibrados los planos sonoros; sinceramente creo que captó muy bien la esencia de la pieza, acercándonos a lo que representa la personalidad artística de Ravel. Debemos destacar la muy buena aportación del viento en general y muy particularmente de la madera, con un trabajo francamente bueno de todos los miembros de esta sección.
A continuación, y dando un salto de cien años atrás en el tiempo y cambiando totalmente de estética, escuchamos una obra extraordinaria, uno de los grandes puntos de inflexión en el género sinfónico, pues la tercera sinfonía de Beethoven, la «Heroica», cambió la concepción y marcó el devenir del mismo. Dedicada en un principio a Napoleón, a quien Beethoven consideró durante un tiempo el difusor de los valores de igualdad que tanto le gustaban, la auto-coronación del francés como emperador indignó al genio de Bonn, quien sintió el hecho como una traición a los valores en los que el músico, avanzado tanto en lo artístico como en su concepción de la sociedad, creía plenamente. Nada podemos añadir sobre lo ya dicho de esta obra, incomprendida en su momento e incluso motivo de mofa de algún comentarista de la época, pero que es una de las obras maestras que reflejan la arrolladora personalidad de Beethoven. En el doscientos cincuenta aniversario del nacimiento del genial compositor, Macías ha elegido una de sus grandes sinfonías para su debut como titular de nuestra orquesta; me parece una decisión muy apropiada por la efeméride y porque siempre es un placer escuchar a Beethoven pero me parece igualmente una decisión valiente, pues se trata de una pieza de gran dimensión, tan conocida, que el público mira con lupa las interpretaciones. Personalmente, me gustó bastante el enfoque que Macías le dio; creo que le imprimió la gran fuerza que la partitura tiene implícita, que ejecutó con buen criterio la dinámica, obteniendo como consecuencia un gran fruto en los momentos de clímax (por ejemplo en el segundo movimiento) y que le aportó la gran vitalidad y energía propias de Beethoven, siempre desde la musicalidad y el buen gusto. Como de costumbre, la madera estuvo a muy buen nivel, el metal, salvo una pequeña mácula al principio con las trompas, también (de hecho, las mismas estuvieron muy bien ya en ese primer movimiento y en el resto de obra, en la que tienen una gran presencia), y la cuerda y los timbales se mostraron muy eficaces.
Por lo tanto, el debut de Macías nos dejó muy buenas sensaciones y nos invita al optimismo; esperemos que sea el punto de arranque de una fructífera relación.
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