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Pablo Rodríguez
Granada
Viernes, 6 de octubre 2017, 00:51
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El Centro Guerrero y el Museo de Bellas Artes de Granada inauguraron ayer 'Confesión general', una exposición antológica que recorre todas las etapas creativas de Luis Gordillo (Sevilla, 1934), uno de los gigantes del arte contemporáneo en las últimas décadas. La muestra reúne más de 200 obras del artista, desde sus inicios informalistas hasta la última serie de cabezas dibujadas en 2015, y ofrece la oportunidad de ver de nuevo su obra en Granada, ciudad donde no exponía desde 1994.
La exposición está coproducida por el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, el Patronato de la Alhambra y el Generalife, el Centro Guerrero, el Centro Gallego de Arte Contemporáneo y el Koldo Mitxelena Kulturunea. Comisariada por Juan Antonio Álvarez Reyes y Santiago Olmo, la muestra recala ahora en la capital nazarí tras pasar por ciudades como Sevilla, San Sebastián o Santiago de Compostela.
Dividida entre las sedes de la calle Oficios y el Palacio de Carlos V, 'Confesión general' es un recorrido por 60 años de incesante actividad artística con la vocación de estar «en la vanguardia, en la cresta de la ola». Para el maestro sevillano, presente ayer en la inauguración, la muestra descubre a un artista «sevillano y andaluz» que ha estado siempre «muy pendiente de las últimas investigaciones y novedades» y cuya obra «se ha abierto a lo internacional».
Los inicios en el arte de Gordillo fueron tardíos. Tras estudiar Derecho por obligación familiar, el sevillano se trasladó a París para sumergirse en su gran pasión: la pintura. Allí, en los años 50, se encontró con los últimos coletazos del informalismo, movimiento al que se adhirió con pasión y en el que aún se reconoce. «Soy realmente eso, es el momento en el que más puro me he sentido», aseguraba ayer el creador.
La parte expuesta en el Guerrero comprende algunas de las mejores piezas de este periodo. Son trabajos como la 'serie de abstracciones' en los que se percibe la influencia de artistas de la época como Fautrier, Wols, Michaux o Tàpies. Precisamente sobre el genio catalán afirmó ayer sentirlo como su «gran maestro», un artista «con una obra realmente sensacional».
El Guerrero acoge también trabajos como la 'serie de cabezas' o sus experimentos con la fotografía, considerados por la crítica como lo mejor de la producción de Gordillo. Estas obras, creadas al calor de la presencia del artista en el Londres ‘beatlesiano’ de los 60, tuvieron una gran influencia en el panorama español y supusieron una de las primeras aproximaciones de un artista nacional al género Pop.
Precisamente sobre su vinculación al Pop que se hacía en el Reino Unido habló también Gordillo. El artista reconoció su «temprano acercamiento» –junto a Arroyo y el Grupo Crónica– y su preferencia por el Pop-Art americano, «más vertiginoso, más agresivo y menos provinciano que el británico».
La última planta de la sede de la calle Oficios guarda uno de los detalles de mayor interés de la exposición. Allí Gordillo ha preparado una instalación que parte de la interrelación entre sus obras y las de José Guerrero. Del diálogo artístico con el granadino, con el compartió una muestra colectiva en el Nueva York de los años 60, destacó las diferencias –«unas obras más hechas en su caso y más dibujítiscas en el mío»– y el «gran juego» de relaciones que se producen al verlas.
La segunda parte de la muestra se puede ver en la sala de exposiciones temporales del Museo de Bellas Artes. La sede del Carlos V permite hacer un recorrido por los diferentes caminos andados por Gordillo en los últimos 40 años. Son trabajos creados a partir de un modelo establecido por el artista que se apoya en «collages, variaciones y repeticiones» y con los que, según los comisarios, se aproxima a las diferentes temáticas «de una forma distinta y original».
Así, el recorrido permite seguir los intereses del creador, con obras como la serie de los chinos en los que «muestra su aproximación desde lo conceptual» o las realizadas en los 80, cuando su trabajo «es mucho más intuitivo». Las diferencias alcanzan también a lo cromático, con salas donde priman obras con tonos grises, negros y blancos (todas ellas realizadas en los 80) y otras donde el rey es el azul (principalmente piezas pintadas en los 90).
La muestra concluye con la nueva serie de las cabezas, creada en 2015. «Es el ejemplo más claro de un artista que ha pintado mucho y que sigue haciéndolo aún hoy». Un creador único, siempre a la vanguardia, que hasta el próximo 14 de enero realiza su confesión artística en Granada.
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