Compra en subasta una valiosa cruz de la iglesia de Albondón y decide devolverla al pueblo
Íñigo Pérez de Rada, que sólo conocía la localidad alpujarreña por «su belleza, su vino y su jamón», plasmará esta voluntad en su testamento
Íñigo Pérez de Rada Cavanilles le había echado el ojo al lote 820 de la subasta de julio en la prestigiosa sala madrileña Ansorena. Le ... llamó la atención porque, como coleccionista y buen conocedor del mercado de las antigüedades, no es nada corriente que un privado pueda acceder a una cruz procesional de plata española del siglo XVIII, ya que la inmensa mayoría de este tipo de enseres religiosos son propiedad de la Iglesia o de entidades relacionadas con ella como pueden ser las hermandades y cofradías de Semana Santa. Pero su sorpresa fue aún mayor cuando, después de pujar por el precio inicial, 1.500 euros, comprobó que no había nadie que mejorara su oferta y se la adjudicó por un montante de 1.800 euros. Es decir, el importe de salida más el veintiún por ciento del Impuesto sobre el Valor Añadido. «Supongo que por tratarse de julio habría menos interesados; yo pensaba que nos podíamos ir perfectamente a los 6.000 o 7.000 euros», explica Íñigo Pérez de Rada, ya con la pieza en su poder.
Una pieza, datada en 1779, que adquirió por un valor económico bajo –«un chollo», asegura– pero que sin embargo tenía, y tiene, un valor sentimental enorme para los habitantes de Albondón, un pequeño pueblo de la Alpujarra de poco más de setecientos habitantes. Vaya por delante que hasta ese momento, hasta que se materializó la transacción, Pérez de Rada nunca había estado en Albondón, pero «sí sabía de su gran belleza y de su vino y jamón». Y es que junto a una figurita de San Luis, rey de Francia, que aparece en el dorso se puede leer la inscripción 'Ludovico pora pro populo Sto de Albondón año 1779'.
Fue entonces cuando Íñigo Pérez de Rada (Madrid, 1969), licenciado en Económicas, empezó a investigar y tardó poco en llegar a la conclusión de que, aunque en los papeles aquello fuera suyo, emocionalmente la titularidad correspondía a Albondón. «Mi voluntad es devolvérsela y así aparecerá en mi testamento», afirma Pérez de Rada, que en marzo cumplió cincuenta años. Según sus indagaciones, la cruz, de 67 centímetros de altura, unos seis kilogramos de peso y las marcas granadinas del platero Martínez y el contraste de Manuel López Portero, procedía de la iglesia de San Luis, de Albondón, y pudo desaparecer al inicio de la Guerra Civil, en 1936. Este templo, según relata Pérez de Rada bebiendo de fuentes históricas, fue arrasado durante la contienda. «Su sacerdote, don Juan Muñoz Quero, sufrió también desgraciada persecución y fue fusilado en el cementerio del municipio almeriense de Berja», señala Pérez de Rada, quien recuerda que Juan Muñoz fue beatificado por el papa Francisco en el año 2017.
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A pesar de ello, y «en aras del mayor rigor histórico», el coleccionista advierte de que, aunque la sustracción durante la Guerra parece lo más verosímil, «tampoco habría que descartar otras posibilidades, como que fuese robada por las tropas napoleónicas durante la Guerra o que algún cura titular de San Luis la pignorase en un momento dado para, quizá, acometer el arreglo de tejado o dar limosna a los pobres del lugar».
Inventariada hasta 1976
En Albondón se apunta a otra teoría. Y es que, según queda constatado en los inventarios, esa cruz aparece en los libros entre 1968 y 1976. A partir de ese año ya no figura y es cuando se le pierde la pista. Y es que, al igual que sucedió en otras poblaciones granadinas, muchos de los enseres de las iglesias fueron escondidos en sus casas por los vecinos para evitar que los expoliaran. Muchos de ellos, como esta cruz, fueron devueltos luego a sus orígenes.
«Mi voluntad es devolverle la cruz al pueblo de Albondón y así aparecerá en mi testamento»
íÑIGO PÉREZ DE RADA
Albondón ha recibido con gran alegría la decisión de Pérez de Rada que, consciente de que aún pueden quedar unos cuantos años hasta que se produzca el legado –«la esperanza de vida es unos 85 años y yo tengo 50», bromea–, ha expresado su intención de ceder eventualmente la cruz para que sea expuesta en el Ayuntamiento o para que sea usada en algún acto litúrgico como una procesión. «He visto por Youtube alguna de las que se celebran en Albondón y son preciosas», apostilla.
Las puertas de la alcaldía y de la parroquia, abiertas de par en par
La alcaldesa albondonera Margarita Castillo (PSOE) ha realizado una valoración muy favorable de las pretensiones de Íñigo Pérez de Rada, y ha manifestado que las puertas de su despacho están abiertas para escuchar sus propuestas. En este sentido, también considera que exponer la cruz en el consistorio puede ser una buena idea, a fin de que todos los vecinos puedan observarla. En próximas semanas habrá un contacto entre ambas partes para cerrar todos los detalles del traslado y custodia.
Por su parte, el párroco de San Luis, Alejandro Pablo Anguis, también ha celebrado que una cruz tan singular y tan representativa retorne a Albondón, aunque ha aclarado que, según los inventarios, esta pieza no se perdió durante la Guerra, sino posteriormente, en los años setenta. «Siempre es un motivo de alegría que se pueda recuperar algo que es patrimonio de Albondón», concluye Alejandro Pablo Anguis.
El sacerdote ha señalado que la fecha idónea para que la pieza retorne eventualmente a Albondón es a finales de este mes de agosto. Concretamente el día 25, aunque la recepción, con presencia de las autoridades civiles y religiosas, se podría preparar para el 23, sugiere. El 25 es la festividad de San Luis, patrón de Albondón. A las 12.00 horas se oficia una misa y posteriormente tiene lugar en las calles del municipio la solemne procesión. «Sería maravilloso que en vez de la cruz de latón que tenemos, pudiéramos sacar ésta», confiesa Alejandro Pablo Anguis.
La iglesia de San Luis es el monumento más importante de Albondón, enclavado en pleno corazón de la Contraviesa –limita con Cástaras, Lobras, Murtas, Albuñol, Sorvilán y Torvizcón–. Está dedicado al santo monarca francés. El templo es de orden dórico y planta dividida en tres naves, un edificio cuyo alzado sobresale respecto al conjunto de las viviendas del casco urbano. La parroquia sufrió los embates de la Guerra Civil, que fue extraordinariamente cruenta en este punto de la provincia de Granada. Durante la contienda se perdió el espectacular retablo barroco que albergaba y también las imágenes que había en su interior. Después, cuando finalizó la Guerra, fueron sustituidas por otras nuevas. También se recuperaron gran parte de los enseres de plata que los vecinos escondieron en sus hogares para evitar que fueran expoliados.
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