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La científica Elena Gómez-Díaz Fermín Rodríguez
Granada lidera una investigación sobre las «sorprendentes similitudes» entre malaria y coronavirus

Granada lidera una investigación sobre las «sorprendentes similitudes» entre malaria y coronavirus

Elena Gómez dirige desde el Instituto López-Neyra a un grupo de expertos internacionales que estudia la relación entre ambas enfermedades, su incidencia en África y qué medicamentos antipalúdicos podrían tratar la Covid-19

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Lunes, 8 de junio 2020, 01:08

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Elena Gómez-Díaz (Barcelona, 1979) es una de las científicas –y mujeres– imprescindibles de Granada. Llegó a la ciudad hace tres años para sumar talento al Instituto de Parasitología y Biomedicina López-Neyra, donde dirige uno de los grupos de investigación sobre malaria más importantes del mundo. El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) acaba de concederle una financiación de 155.000 euros para investigar la relación entre malaria y coronavirus. Gómez-Díaz liderará un equipo internacional en el que participan Nerea Irigoyen, experta en Covid-19, de la Universidad de Cambridge; y Agustín Benito y Pedro Berzosa, ambos del grupo de Enfermedades Tropicales del Instituto Carlos III. ¿El objetivo? Abordar una probable crisis humanitaria en África y, de paso, en el resto del mundo.

Así, a bote pronto, ¿qué porcentaje de población del planeta dirían que está en riesgo de contraer la malaria? Venga, prueben. ¿Lo tienen? Pues se quedan cortos. La respuesta correcta es el 50%. «La mitad de la población de todo el mundo –asegura Gómez-Díaz–. Y con el coronavirus todos estamos en riesgo. ¿Cuántas personas se van a coinfectar, cuántas van a estar expuestas a las dos enfermedades? ¿Qué supone eso?», se pregunta la científica. «En el caso de la malaria –añade– existen importantes y sorprendentes similitudes con el proceso de entrada a las células y el tratamiento de la enfermedad Covid-19».

El proyecto pretende investigar «las interacciones a nivel molecular y celular entre ambos patógenos, el plasmodium (causante de la malaria) y el SARS-Cov-2», algo que va a ocurrir, sobre todo, en África y América Latina, «países muy empobrecidos con sistemas sanitarios muy débiles». Algo que no debería parecernos ajeno aquí, en occidente, pues corremos el riesgo de que «si no atajamos el problema en estos países en desarrollo, el virus puede quedar como reservorio y ser fruto de futuros rebrotes». Con esa idea en la cabeza nace este grupo interdisciplinar que combina el conocimiento y la competencia tanto con el coronavirus como con la malaria.

«Existe un gran riesgo de que el virus siga circulando en el continente africano y vuelva a saltar a Europa en cualquier momento»

La investigación se realizará en dos escenarios. Primero en el laboratorio: «¿Qué ocurre cuando infectamos células sanguíneas con los dos patógenos?». Después, sobre el terreno, en África: «Veremos la incidencia real de la pandemia en Burkina-Faso y Guinea Ecuatorial, donde llevamos mucho tiempo trabajando». Combinando ambos datos, el equipo podrá determinar si la sangre puede ser un nicho potencial para el coronavirus. «Si es así, se podría dar este escenario de coinfección con el plasmodium», aclara Gómez-Díaz. E insiste: «Estos resultados son importantes desde un punto de vista de salud global. No sólo porque aborda una probable crisis humanitaria en África, sino porque también existe un gran riesgo de que el virus siga circulando en el continente africano y vuelva a saltar a Europa en cualquier momento».

Medicamentos

Una de las prioridades actuales de los investigadores es encontrar medicamentos ya existentes que puedan servir para tratar la Covid-19. «Esto se llama reposicionamiento. Y resulta que muchos de estos medicamentos candidatos son antipalúdicos (diseñados para prevenir o curar la malaria)». Contar con un equipo experto en ambas enfermedades resulta idóneo para estudiar la conveniencia de utilizar o no este tipo de medicamentos. Surgen muchas preguntas: «Si los utilizamos para la Covid-19, cómo afectan al plasmodium? ¿Son igual de efectivos? ¿Qué pasa en África? ¿Y si su uso genera hace que tengan menos efecto con la malaria y que después pueda ser peor?».

«Trump y Bolsonaro han recomendado la hidroxicloroquina con fines mediáticos y eso no puede pasar»

A estas alturas de la película, probablemente hayan escuchado ya hablar de la hidroxicloroquina, el medicamento antipalúdico más famoso después de que Trump y Bolsonaro recomendaran su uso para prevenir y curar el coronavirus. «Se planteó que la hidroxicloroquina podría ser un buen candidato porque en estudios in vitro se había visto actividad antiviral contra el coronavirus –recuerda la científica–. Es decir, en células de cultivo en un laboratorio. Luego, más tarde, en pacientes, se vio que los efectos secundarios eran mayores que los beneficiosos». ¿Qué pasó? Pues que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha prohibido los ensayos con esos medicamentos. «Trump y Bolsonaro han recomendado la hidroxicloroquina con fines mediáticos y eso no puede pasar. Primero testar y después recomendar; lo segundo no puede venir primero».

Elena pasa largas horas en su despacho del López-Neyra con la vista puesta en África. Su equipo interdisciplinar quiere aportar una visión de Salud Global: «Cuanto más sepamos del virus allí, más fácil será evitar futuros brotes. Debemos tener el máximo conocimiento para que todos los avances que hemos hecho hasta ahora allí, en África, contra enfermedades que matan a millones de personas cada año, como la malaria, no vayan para atrás porque no demos recursos y financiación a este tipo de investigaciones».

Elena Gómez-Díaz Fermín Rodríguez

Una carrera contra las enfermedades infecciosas

Desde que Elena Gómez-Díaz empezó su carrera científica se ha dedicado a los parásitos;a estudiar las enfermedades infecciosas. Tras hacer su tesis en la Universidad de Barcelona, se marchó a Francia con una beca Marie Curie, para, posteriormente, regresar a Barcelona, al Instituto de Biología Evolutiva, gracias a una beca Juan de la Cierva. Para especializarse en malaria se marchó a la Universidad de Emory, en Atlanta. Tres años después regresó a España, al centro de investigaciones del CSIC en Doñana, para seguir profundizando en la malaria. «Cuando asenté mi línea de investigación decidí venirme a Granada, al Instituto de Parasitología y Biomedicina López-Neyra». Aquí, en Granada, dirige un grupo que estudia al parásito que causa la enfermedad y al mosquito que la transmite.

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