El Centro Lorca mira hacia el oeste con el Cuarteto de Costa Rica
La variada tradición musical de Cuba y el arco caribeño se puso de manifiesto en un recital donde el grupo mostró su virtuosismo y versatilidad
José Antonio Muñoz
Granada
Jueves, 5 de agosto 2021, 01:33
Existe otra guitarra, muy distinta de la que oímos habitualmente en España. Es una guitarra que sabe a Caribe, a sal, y a casas bajas ... con los árboles como manto. De esos árboles cuelgan las ramas de una tradición musical que en el caso de las seis cuerdas hermana de manera muy especial a los artistas de ambos lados del Atlántico. En la más pura recuperación de ese patrimonio desconocido acá se enmarca la labor del Cuarteto de Guitarras de Costa Rica, Premio Nacional de Música en su país, y que anoche pudo actuar en Granada, en el marco del V Festival Internacional de la Guitarra, gracias al programa Ibermúsicas, que acerca a los músicos del otro lado del océano. Es preciso destacar, además, que el concierto que ofrecieron en el Centro Lorca debió tener lugar el año pasado, como bien recordó uno de sus componentes, pero entonces las consecuencias de la pandemia evitaron que pudiera desarrollarse. Integrado por Nicolás Alvarado, Manuel Durán, Julio Monge y Edmundo Núñez, el Cuarteto de Guitarras de Costa Rica se ha distinguido como uno de los grupos de cámara más activos de la escena musical costarricense, presentándose en los ciclos y festivales más importantes del país, además de haber realizado diversas participaciones en escenarios de Nicaragua, Panamá, México, Estados Unidos, Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Francia y Reino Unido.
El programa que anoche ofreció el Cuarteto está basado en su disco 'Arrecife urbano', una propuesta que condensa las sonoridades y claves rítmicas que siempre han acompañado y definido la música latinoamericana, junto con quehaceres y prácticas contemporáneas. El resultado es un encuentro único entre tradiciones musicales, como bien se pudo comprobar desde la pieza 'Alborada', del propio Edmundo Núñez, donde los intérpretes abrieron la puerta hacia el sonido de esa otra guitarra de la que antes hablábamos. En ella, todo se tiñe de colores, merced al aprovechamiento óptimo de las cualidades de un cuarteto: ritmos en paralelo subrayados por el golpeo de la caja, que crea una sonoridad muy especial, complejidad en la ejecución de las notas por encontrarnos ante melodías ricas y de 'tempo' cambiante, y sobre todo, una alegría en la interpretación que acompañó todo el recital, salpicado de bromas. Como el calor reinante obligara a frecuentes afinaciones, compartieron con el público el comentario que les hiciera uno de sus profesores: «Los guitarristas se pasan la mitad de los recitales afinando, y la otra mitad, tocando desafinados».
Delicadeza
No fue el caso del concierto de anoche, claro. En todo momento, los costarricenses supieron conectar con un público que se dejó acunar por sus melodías. Así ocurrió en 'Quiccan', de Andrew York y en 'Letter from home', del muy conocido por estos lares Pat Metheny, quien ofreciera en su día uno de los conciertos más recordados en el Palacio de Deportes. El arreglo de Mark Small y el Cuarteto abrieron las puertas a la música de ese Metheny menos conocido quizá, pero que se revela, por si no lo sabíamos, como un gran compositor clásico.
'Arrecife urbano', de Alfonso Torres, introdujo un bloque de música costarricense, donde a continuación interpretaron, precisamente, 'Dos canciones costarricenses', arregladas por el propio Torres, para luego continuar con 'Abril' de Jaime y Fidel Gamboa, una pieza inspirada en Federico García Lorca, quien, como recordaron, es por aquellos lares mucho más que un poeta, convertido ya en referente estético para toda una generación. El bloque patrio finalizó con 'Eso es imposible', de Ray Tico, un músico, dijeron, de peculiar ejecución –hacía auténticos alardes–, no al alcance de muchos instrumentistas.
La fase final del concierto incluyó tintes brasileños merced a la interpretación de 'Uakerena' de Sergio Assad, compleja pieza alejada del folclorismo que acompaña la mención de aquel país, a la que siguió 'Cumba–Quín', de Carlos Rafael Rivera, el autor de la banda sonora de 'Gambito de dama', muy próxima al sonido cubano. 'La trampa' de Eduardo Martín, también cubano, y 'Noche Caribe', de Edín Solís, completaron un programa que nos animó a abrir los oídos, y como decía el clásico, mirar al oeste.
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