Ana Fernández | Actriz
«Carmen Díez de Rivera fue una adelantada a su tiempo, y su madre también»Representa estos días en el Teatro Alhambra 'Carmen, nada de nadie', en torno a la vida de la que fuera jefa de gabinete de Adolfo Suárez, y personaje clave de la Transición
La actriz sevillana Ana Fernández (1965) protagoniza en estos días en el Teatro Alhambra 'Carmen, nada de nadie', el montaje dirigido por Fernando Soto. En ... é incorpora a la madre de Carmen, Sonsoles de Icaza, una mujer que si la historia de la hija es de novela, la suya no se queda atrás. Desde que ganara el Goya por 'Solas', Fernández ha desarrollado una consistente carrera en teatro, cine y televisión, donde ahora participa en la serie diaria 'Sueños de libertad'.
-Sonsoles de Icaza fue una mujer, como su hija, a caballo entre dos mundos, aunque de forma distinta.
-Así es. Fue una mujer en busca de su propia libertad. Se casó obligada, con un marido de una edad muy superior a la suya. Cuando conoció a Serrano Suñer, surgió una pasión que no fue efímera, sino que duró una década. La puedo llegar a comprender. Quedó muy marcada con la ruptura con él. Ella se movía a sus anchas, pero cumpliendo siempre las normas de su mundo, algo que su hija, la protagonista de la obra, no hizo. Lo peor que hizo fue no decir a su hija que su novio incipiente era su hermano, callándolo hasta que no fue posible ocultarlo. También fue muy amiga de Balenciaga.
-Sería simpática una obra protagonizada por Alberto San Juan como Balenciaga y usted como Sonsoles.
-Sería estupendo, porque Alberto hizo un gran trabajo en la serie. Se podría explorar el carácter de ambos, que era muy fuerte. Se cuenta que una vez le pidió que le rebajara un vestido porque estaba embarazada, y el modisto le respondió que él no era el responsable de su embarazo. Luego, llegaron a ser grandes amigos.
-¿De dónde se nutre este montaje?
-En parte, del libro 'El triángulo de la transición', escrito por Ana Romero cuando Carmen ya estaba enferma, a partir de conversaciones entre ambas. Cuenta en él el trauma que supuso enterarse de que su novio era su hermano, cómo quiso abandonar el mundo refugiándose en un convento, y luego cómo fue a África, en unos años jóvenes que transformaron su ser, donde le nació la conciencia social. Por ello, cuando vino a España quiso crear un mundo más equilibrado. Sin ese trauma, no estaríamos hablando de ella de este modo. Sin esa vivencia, no habría tenido el papel que tuvo en la Transición.
«Carmen salió de su casa porque Sonsoles la invitó a salir»
-Los protagonistas de la Transición han pasado por etapas donde se les ha considerado héroes para luego ser tildados por algunos de villanos. ¿La obra muestra la escala de grises que hay tras ellos?
-Creo que Carmen ejemplifica mucho el espíritu de aquel periodo. No podemos olvidar la presión en la calle, muy fuerte, por sucesos como la matanza de Atocha. Ella era una mujer libre y rebelde, que salió de su casa porque la madre la invitó a salir, y no volvió. En una escena de la obra, Sonsoles le ordena que en la mesa no se hable de política. Aunque ella no fue completamente de izquierdas, y fue muy moderada, su objetivo siempre fue dejar atrás la dictadura. Cuando entró en TVE, quiso quitarle la caspa y convertirla en una televisión moderna. Ella hablaba seis idiomas, algo que en la España de su tiempo no era común. Incluso en su etapa como eurodiputada, estuvo muy preocupada por lo ecológico, en lo que también fue pionera. Lástima de que muriera tan joven.
-En la sinopsis de la obra se deja claro que las cosas pudieron ocurrir así, o no.
-Esta es una ficción de hora y veinte, basada en personajes reales. Esto es lo que los autores han pensado y el cuento cómo lo han querido contar. El momento central es la etapa en la que trabajó con Suárez, hasta que se legaliza el PCE. Pudo ser así, y es verosímil, pero no sabemos hasta qué punto se ajusta a la realidad.
-¿Qué rasgos de Sonsoles conservó Carmen?
-Creo que por parte de la hija hubo una gran admiración hacia la madre. Debió ser muy seductora, y la niña debió estar deslumbrada por esa mujer elegante que se despedía de los niños cuando se iba a una gran fiesta. Veía a su madre casi como un hada, como un ser irreal. De hecho, quien conoció a Sonsoles me cuenta que incluso cuando llegaba al teatro, ya muy mayor, la gente se seguía volviendo para verla. Fue una mujer muy libre, como su hija, y ambas, de distinta forma, muy adelantadas a su tiempo. Se ha dicho que Carmen tuvo aventuras con Suárez y el Rey Juan Carlos, pero no me cuadra, aunque me daría igual si las hubiera tenido.
-¿En qué momento profesional le llega este papel?
-En un momento muy bueno. Sigo en 'Sueños de libertad', pero nunca olvido el teatro. Siempre se lo digo a mis compañeros más jóvenes: el teatro es la casa del actor y la actriz. Además de esta obra, hice un 'Tiresias' en Mérida con un personaje que me divierte mucho, como Sonsoles. Y en Granada estoy como en casa, así que muy contenta.
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