La calma después de la tormenta
Juan Jesús García
Domingo, 12 de noviembre 2023, 09:26
El festival de Jazz de Granada (y el de Almuñécar) sirven de plataforma de iniciación a algunos artistas por descubrir por los aficionados. Sus programas ... se dividen entre los históricos, que son cada vez menos, los nombres que garantizan el lleno (y la continuidad de la muestra), y los nombres pujantes de las nuevas generaciones. La gran Camille Thurman se ajusta este último perfil, y visto lo oído en su concierto, como dijo la directora de la muestra en su presentación, seguro que volverá, y a llenar, si es que para entonces se le puede pagar el caché en nuestros humildes festivales.
En la recta final del programa de la presente edición asistimos al volcánico estreno aquí de Camille, y para compensar, la belleza de Jacky Terrason, viejo conocido a modo de 'cuota' masculina tras la baja de la inédita y esperada Rhoda Sott.
Camille Thurman lo hace todo y lo hace bien. Y con ella llegó 'el jazz' o lo que el común mortal entiende por jazz, el afromericano, el enraizado en el góspel y el blues y que convierte en un club allí donde suene, o en el Apollo de Harlem 'round midnight'. Pisa de tacón el escenario y la vida con su presencia arrolladora. Así tras una breve introducción de sus acompañantes, salió decidida, se colgó el saxo, y nos puso a todo contra la pared con un solo abrumador de una articulación letal. Alternó el tenor y el soprano, en ambos con una solvencia absoluta: hard bop ardiente, robusto y dinámico, con unas formas que algunos asocian en cuerpo y alma a Dexter Gordon. Y no paró. A su lado, por contraste, Wallace Roney Jr (hijo del poderoso músico del mismo nombre que ya degustamos en su momento) aportó la poesía y la emotividad, y más con delicada sordina. Como cantante resultó absolutamente racial, gospel en esencia, muy hábil en el scat, pizpireta, comunicativa, y con tanta frescura como dominio de la tradición. Todo un feliz descubrimiento.
Tras abrir con un homenaje a Cerdar Walton, bordó un 'It's Only a Paper Moon', pieza querida de muchas otras vocalistas; sacando el soprano para la balada 'Love vibrations', de H. Silver. No faltó Porter con 'Easy to love impresions', ni Carmichel con 'Stardust'… Terminando la noche con la reivindicativa 'Freedom', propia, que pudiera ser perfectamente un himno de la lucha por los derechos civiles en los tiempos del Black Lives Matter.
La belleza era esto
No queda mucho espacio para reseñar el gigantesco concierto de Jacky Terrason, 23 años después de su primera visita, ¡también de sustituto! Con una compenetración siamesa con su compañeros y una sonorización impecable (aplausos para el técnico), Terrasson realizó una exhibición completa de las posibilidades narrativas de su instrumento, con quien tiene una relación de confiable hermanamiento absoluto, en ocasiones besando las teclas con los dedos, como dándole puñetazos o tirando de sus entrañas. Los espectadores de los palcos tuvieron una visión privilegiada de esa interacción. Con un gusto exquisito entre tiempos, a veces sujetando repetitivamente las piezas hasta el hipnotismo, y las dinámicas, entre temas que se apoyan mutuamente o interiormente. Porque en realidad no son tales sino suites a placer, medleys donde cabe de todo a capricho; el 'Caravan' o 'Bésame mucho', como un guiño a Aznavour, robusto blues, un calypso, y terminar por el 'St. Thomas' ¡o la banda sonora de Misión Imposible! Es contemporáneo y clásico, delicado y rotundo, romántico, audaz, poético, impresionista, expresionista, progresivo, y todo a la vez. En su caso imaginario viene de imaginación. Y la tiene toda.
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