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José Antonio Muñoz
Granada
Jueves, 7 de octubre 2021, 00:54
granada. Son muy cómplices y se nota. Javier Gilabert y Fernando Jaén están juntos en muchas guerras literarias, entre ellas una web de referencia cultural, SecretOlivo, donde se han hecho célebres sus entrevistas a cuatro manos. También a cuatro manos, estrenaron ayer 'Bajo el signo del cazador' (OléLibros), un poemario finalista del XXXV Premio Villa de Peligros, en una presentación en la que les acompañó José Ignacio Lapido. Por otro lado, Fernando Jaén compartirá mañana 'La palabra del ciervo' (Sonámbulos), quizá su obra más pegada al terreno.
–En 'Bajo el signo del cazador' aparecen desde la Biblia hasta Valente, Javier Egea o Claudio Rodríguez... ¿Tormenta de influencias?
–J. G.:Sin duda, hay una tormenta de autores. Las influencias, en algunos casos son concomitantes, y en otros no. Las coincidentes, como Valente, están ahí. Yluego, cada uno aporta las suyas.
–¿Qué perseguimos los humanos? ¿Y los poetas?
–F. J.:No lo sé. Este libro, más que de persecución, habla de reencuentro. Todos nos perdemos en la huida, y buscamos un camino, quizá no señalado, donde descalzarnos y reencontrar a quienes queremos.
–¿El hombre sigue siendo un lobo para el hombre, a pesar de que ahora no pueda cazar lobos?
–J. G.: La pandemia nos ha demostrado que seguimos siendo lobos. A veces, también cazadores.
–¿El mayor cazador es verdaderamente el tiempo?
–F. J.:Cuando uno se desnuda, solo se tiene a sí mismo y al tiempo, como decimos en uno de los poemas. Entender esto es lo que nos hace humanos y nos reconcilia con el mundo.
–Utilizan una diversidad expresiva notable en el libro.
–J. G.: Es fruto de la diversidad. Yo sería el poeta más formal, más pegado a la métrica, y Fernando el libérrimo. Queríamos contaminarnos y lo hemos conseguido, por eso hay desde versos libres hasta sextinas, y ahora no sabría decirle quién escribió qué.
–¿Qué les aporta escribir a cuatro manos?
–J. G.: Una riqueza increíble. Llegué a la poesía por Fernando, y trabajar con él ha sido como un taller. Su forma de escribir es tan alejada de lo que yo hago, que ha sido una fortuna entrar de su mano en su poesía. Creo que ahora escribo de forma distinta.
–En 'La palabra del ciervo' el protagonista, por una vez, no es el poeta, sino los otros.
–F. J.: Este poemario nace de una crisis vocacional. Me di cuenta de que la única forma de mantener mi vocación era volcarme en los otros.
–¿Humanismo es poesía?
–F. J.:Claro. Mi jefe decía que no se puede ser buen médico si no se es buena persona, y pienso que buen poeta tampoco.
–¿La tragedia es poéticamente más rentable que la luz?
–F. J.: Cuando uno está acostumbrado a convivir con la muerte, queda ese poso. Basilio Sánchez, prologuista del libro y que es médico, aunque jamás ha hecho mención alguna de ello en sus escritos, me decía que se ha dado cuenta de que el enfrentamiento con el dolor le sirve para mejorar como poeta, y viceversa.
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