Bárbara Molina, del Zaidín a diseñadora de ropa en Miami

«La verdad que nunca pensé que acabaría viviendo en Miami, no era un lugar que llamara mi atención», dice Molina. «Vine a Estados Unidos a liberar mi mente de cosas pasadas, tales como, relaciones anteriores, amistades, y un poco buscando lo diferente, lo nuevo. También a cumplir algún sueño que tenía apuntado, como vivir en California durante unos meses y hacer surf en aquellas playas, mejorar mi mal inglés, pero sobre todo, en busca de nuevos retos y aventuras, ya que como dice mi madre, soy culillo de mal asiento». En su mente estaba, además, la idea de formarse con los grandes gurús del tatuaje para abrir un estudio puntero en Granada, cosa que finalmente no ha hecho, porque, de momento, no tiene pensado volver.

Como ocurre en muchos casos, su sueño americano comenzó desde abajo. «He trabajado como bailarina -tiene formación en ese campo-, limpiadora, contable, peluquera, camarera, modelo de fotografía, azafata, cuidadora de perros... Un poco de todo». Después de unos meses de parálisis motivada por la pandemia, ha retomado su tienda de ropa y su canal de YouTube, donde habla de temas tan diversos como sexualidad o negocios. También ha entrado de lleno en el Network Marketing en una empresa que está en pleno crecimiento llamada Bydzyne, «una plataforma como Amazon, en la cual además de tener productos también puedes encontrar servicios como trading, escuela de idiomas, páginas web con inteligencia artificial... Voy poquito a poco, sin prisas, con el convencimiento de que el trabajo tiene recompensa, algo que es casi un 'mantra' aquí», comenta.

Definir la línea que debía tener Donna Liberali fue difícil. «Debía decantarme sobre qué tipo de ropa quería diseñar y vender. Y opté por imprimir un sello propio huyendo de 'lo que se lleva'. Diseño prendas lisas, nada de estampados, ni flores, ni cuadros o rayas, colores opacos, inicialmente con mis colores preferidos al vestir: negro, blanco y gris. Empecé diseñando esa gama cromática, pero por consejo de mi amiga y cómplice Andrea, fui abriendo el foco, y hoy la colección incluye tonos como el verde militar, azul marino, burdeos, marrón, camel, beige, morado oscuro y alguno más». Y añade: «Ahí comencé a dibujar, algo que tenía olvidado, a crear mis bocetos y diseños, y la verdad es que el trabajo me ha dado muchas alegrías».

Bárbara Molina da por bueno todo el tiempo empleado, todas las noches sin dormir, los quebraderos de cabeza, los llantos cuando estaba a punto de tirar la toalla. «Han sido tres años de aprendizaje y no solo en el tema de la moda, sino en otras muchas facetas, como diseñar una página web, aprender diseño gráfico, utilizar redes sociales profesionalmente, marketing, publicidad, leer textos infinitos en inglés para descifrar cómo funcionan los negocios en Estados Unidos, ya que aquí todo es muy diferente, y un sin fin de cosas que jamás pensé que aprendería».

En Miami, tiene contacto con algunos otros 'expatriados' granadinos, como Laila La Pescaílla, bailaora de flamenco, zaidinera como ella. Con ella y con su marido Jorge le une una buena amistad. «Gracias a ellos conseguí el estupendo apartamento en el que vivo, con vistas al mar». Para Bárbara, Miami es trabajo, pero también ilusión y futuro.