Conciertos en Granada
Armilla se viste de buen flamenco en sus fiestasEl festival 'Ciudad de Armilla' tuvo un cartel de lujo del que disfrutó un patio de butacas lleno
Jorge Fernández Bustos
Lunes, 2 de octubre 2023, 00:06
El sábado, último día de septiembre, con la luna empezando a menguar, tuvo lugar el Festival Flamenco 'Ciudad de Armilla' (el primero de muchos, esperemos), ... en el Teatro Municipal, coincidiendo con las fiestas de San Miguel, impulsado por la Concejalía de Fiestas del Ayuntamiento. Con un cartel de lujo y un patio de butacas lleno (las entradas se agotaron en día y medio), el concierto se alargó hasta cerca de tres horas sin menoscabo de los presentes, que disfrutaron en sus asientos hasta el final.
Juan Habichuela Nieto, Rancapino Chico y Pedro 'el Granaíno', con sus respectivos cuadros, se dieron cita en el escenario por ese orden. El joven Habichuela, acompañado por Antonio Rodríguez a la percusión y Saray 'la Pitita' y Vicky Macías a las palmas, rompió el silencio con la zambra que lo identifica, herencia de su abuelo; mostrando desde un comienzo su dominio y musicalidad, su rasgueo determinante y sus estratégicos silencios. Continuó su entrega por tangos y remató su faena por bulerías.
Rancapino Chico, con un comedido Diego Amaya a la guitarra, se templó por soleares (aunque anunció soleá por bulerías), con una parsimonia sólo superada por él mismo en los tangos con los que continuó su participación, después de unos tientos camaroneros, mascando el cante, sin prisas y con un hilo de voz canastero, que puso de manifiesto cuando cantó a palo seco para las primeras tres filas a boca de escenario. Atrevimiento que repitió en las bulerías y en los naturales con los que acabó, dejando su estigma; gozo de sus seguidores.
El mejor de la noche, sin duda, fue Pedro 'el Granaíno', con Antonio de Patrocinio Hijo a la guitarra, acompañados por las palmas de Miguel Heredia y Luis Dorado. Su voz de bronce fino, algo más rozada que de costumbre, encontró el mejor ambiente posible para explayarse. Armilla, el pueblo de la familia de su pareja, la expectación creada y, sobre todo, la exactitud y flamencura del guitarrista que lo arropaba alisaron el camino. Pedro comenzó haciéndole un homenaje a su tierra por granaínas, colocando el listón a una altura inaccesible. Incluso agudos a los que parece que se va a quedar en el camino, llegaba holgadamente, pellizcando como pocos. Patrocinio se lució con un trémolo de lujo, una limpieza y una seguridad encomiables. En las seguiriyas se acordó de Morente, uno de los espejos en que se mira. Su entrega y su desgarro fueron semejantes a los del maestro del Albaicín. Su otro referente es Camarón, del que también se acordó en los tangos y después en las bulerías. Un par de fandangos festivaleros fuera de micrófono, como Rancapino, pusieron el punto final a una noche memorable.
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