Mariana, último tercio
Andrés Molinari
Domingo, 5 de mayo 2024, 00:38
Cuando el toro sale a la plaza, ya llega sentenciado a muerte. El día de la Cruz, en el escueto redondel del Centro Artístico, tres ... mujeres hablaron de aquella otra ausente, evocada por su nombre: Mariana; matada en otro lejano mes de mayo, tras un infame espectáculo jurídico que tuvo también una tela como engaño.
La salita abarrotada, la palabra protagonista y la emoción en cada verso de la oda poética a dos voces: «Mariana a muerte». Tras la presentación de Pilar Bueno, se abrió el libro por sus escenas más escogidas. Lo que un día fue adjetivo buscado por Carla, ahora sonaba a epíteto acertado. No hacía falta escenario ni decorado, el romance de Freibe iba creando imágenes, escenas y diálogos en cada uno de los oyentes. Teatro en el aire y aire de muerte.
Carla, relajada y salpicada de humor en la presentación, pero luego fiera, incisiva y enfática en la lectura. Como su oda se parece al romance de Abenámar, con parte narrada e incrustaciones dialogadas o en monólogo, para ella se reservó lo más discursivo de su obra, la obsesiva herida de la reiteración: A Mariana se la llevan, se la llevan para matarla.
Marga también con perfecta dicción, disfrazando tras la careta del sosiego toda la emoción de encarnar a Mariana, de hablarle a sus hijos, de no lamentar la parca inevitable pero sí de pensar en su muerte. Ella también es poetisa y sabe cómo hay que paladear cada verbo, cada verso para que yaga en el aire un instante, antes de herir su llaga en la piel interior del que oye. Pelo recogido atrás para Carla, una feminidad sin alharacas; abundosas ondas sueltas para Marga, como un mar en calma, de trigueño a acastañado. Dicen que también Mariana tenía un cabello atractivo y seductor. Pero un día de mayo, aquella cabeza voluntariosa de mujer libérrima sufrió el más vil e inicuo de los descabellos.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión