Lola Herrera: la gran actriz recuperada
Andrés Molinari
Domingo, 7 de julio 2024, 22:22
Recuperar es un verbo de oro. La salud perdida, el objeto extraviado, el amor huido. Ayer también recuperamos a la mujer con pelo de plata, ... la actriz que nunca la perdimos, porque nos ha visitado con esa frecuencia que genera deseo. Ahora, Lola Herrera encarna a un personaje extraviado entre olvidos y miradas tangentes. Protagoniza la comedia 'Adictos', que es el diezmo de julio aportado por la distribuidora Pentación a la programación de nuestro teatro Municipal.
Tres mujeres de blanco en escena y una cama como tercer personaje. La incomparable Lola arropada por la certera replica de Ana Labordeta y Lola Baldrich, que no se achican ante su gigantesca compañera, las tres dirigidas por Magüi Mira, otra mente corona de plata bien bruñida.
De nuevo las actrices superan la comedia. Texto y argumento naufragan en temas manoseados y mendigan nuestro interés a base de terrorismos ambiguos, organizaciones secretas y regímenes genocidas. Pero la directora sabe orillar nuestro tedio con un discreto bombardeo ¿incruento? de diapositivas blanquinegras y un par de rojos sobre el impoluto decorado.
Lola Herrera, con su pasión interpretativa, subyuga nuestras miradas y concita nuestros afectos. Principio y final vestida de otoño, añadiendo a sus níveas guedejas un atuendo acastañado. En medio, un enaltecimiento de la cama, como compañera de la recuperación. La cama sobre que se pare y se fallece, sobre la que se place y se padece.
Un colchón leonado para recuperar a Lola Herrera, la que siempre fue, a la que nunca olvidamos. Puertas con persianas bajo un crucigrama de blanca opacidad, para un argumento que pretende gustar menudeando al principio cierto desorden de datos, pero que pronto se viene arriba para ni baldar ni aburrir.
Ayer domingo caía el telón definitivo sobre esta función, que durante varios años ha recorrido los mejores escenarios de toda España. Lola Herrera nos confesó que para ella también ha sido una recuperación, pues la comenzó débil y desanimada.
Nada se notó cuando anoche recibió un sonoro y largo aplauso de todo el Isabel puesto en pie. Porque verla en escena nos reanima contra la molicie y la mediocridad y cada vez que recuperamos su voz y su prestancia, somos nosotros los que recuperamos la fe en el teatro.
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