Juegos reunidos Bach
Andrés Molinari
Sábado, 6 de diciembre 2025, 13:49
La caja de Juegos Reunidos era mi mayor ilusión. Todas la navidades se la pedía a los Reyes, pero la penuria económica de mi casa ... demoró la entrada por sus puertas de aquel mito, hasta cuando ya casi no lo era.
Ahora que las próximas navidades asoman por el almanaque su denuedo de consumo y mixtificación, la compañía Aracaladanza nos ha traído hasta el teatro Alhambra un regalo precioso y veraz, un presente de alegría y jovialidad, un escenario en forma de caja abierta a la ilusión cuyo contenido son unos juegos reunidos bajo el título: «Va de Bach».
Porque toda su coreografía va de juegos independientes, brincos y correteos con valor propio, enhebrados por los reconocidos y hermosísimos pentagramas de Juan Sebastián. Enrique Cabrera, el ideólogo, coreógrafo y director de este ditirambo bachiano, ha derramado sobre el escenario media docena de bailarines de correctísima preparación, expresividad patente y veracidad gestual. Todos jugando constantemente con objetos, muchos objetos: Globos que hablan o crepitan en el aire insuflados por una máquina que respira, un sorprendente y genial King Kong con un bailarín dentro, unas tazas de café que recuerdan la cafetería Zimmermann de Leipzig, donde Bach estrenada sus obras… Junto al rutilante y variado vestuario, esta displicencia a toda desnudez escénica subraya el horror vacui propio del rococó, ese estilo de sobreabundancia decorativa que empapó la vida y la obra del músico de Eisenach.
Asistimos a un enaltecido patio de colegio, en el que todos nos convertimos en niños y disfrutamos como enanos con estos Juegos Reunidos. Aunque siempre hay un adulto dentro del crítrico que le aconseja distanciarse y decir: que el telón de fondo rojo es soso y poco locuaz, que los títeres de hilo están manipulados sin demasiado arte y son reiterativos, que las entretelas de la mano gigante no me interesan y queda fea cuando enseña su trasero…
Pero son minucias. Lo demás es vida, alegría, despertar de una infancia que todos llevamos adormecida en la mochila de vida.
Al principio de la luz y del tiempo, cuando no había ni juegos reunidos, ni navidad, ni consumo enloquecido, Juan Sebastián Bach dijo: ¡Hágase la música! Y, fruto aquel big bang prodigioso, aún quedan vivos mechones de belleza, ahora orlados de diversión y baile, como los que pasea por los escenarios hispanos Aracaladanza.
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