Crítica de teatro
Con los bancos hemos topadoAndrés Molinari
Viernes, 9 de junio 2023, 23:52
Por fin algo divertido para la Feria del Corpus. Porque el teatro forastero que llega a Granada además de sumamente escaso no suele brillar por ... su calidad ni por su buena casta ni por su garbosa comicidad. Esperemos que el Alhambra vuelva por sus fueros y no cierre temporada tan antes de la feria y la nueva alcaldesa mire también para este otro lado, que de los demás ya ha perorado.
El Crédito es una comedia muy bien construida sobre la dureza, que no solidez, de los bancos y las añagazas de uno de sus clientes. Dos son los muchos recursos clásicos a los que se agarra Jordi Galcerán para que su comedia funcione tan bien. Por una parte los ardides del pícaro, con larguísima tradición en la literatura hispana. Por eso, este Lazarillo gusta, sin que los espectadores hayan leído el original, porque es un clásico y, según los entendidos, los clásicos yacen en el acervo cultural de los españoles, igual de Sancho o Quijote. Como dicen que dijo Ganivet: A quién no le gustaría ser un pícaro y volver del revés las instituciones tan peripuestas y abusonas. Por eso nos identificamos tanto con Antonio, el que pide el crédito y al final consigue mucho más de lo que pidió.
El segundo asidero del autor, bien aprovechado por Raquel Pérez, la directora, es el dúo de payasos, que bien llevado suele desternillar desde el circo hasta sus arrabales. Este recurso alcanza su cumbre cuando Antonio le enseña a Gregorio cómo seducir a una mujer: agarrándole las manos, mirándola a los ojos, musitando su nombre… Ah, el teatro dentro del teatro. Ah, los clowns ensayando. Cuántas risas generan en el público porque lo clásico siempre funciona.
Otros ingredientes, también académicos, completan el pastel. Por ejemplo ese tercer personaje que conocemos sólo por teléfono, aparato del que casi se abusa en esta función.
Varias han sido las parejas que han triunfado con esta comedia. A Granada han venido Pablo Carbonell, que borda su papel y Armando del Río, sobreactuando lo justo. Ambos comedidos en su farsa, sin rozar las gansadas, que demeritarían un obra en apariencia sencilla, pero la mar de clásica: Mire vuesa merced que esos no son gigantes, aunque lo parezcan, que son bancos, y no precisamente para sentarse cómodamente en el parque.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión