Amancio Prada llena con su sola presencia el escenario del Falla cantando a Lorca
El cantautor berciano ofrece un soberbio recital en el marco del Festival Internacional de la Guitarra, a caballo entre Granada y Galicia
José Antonio Muñoz
Granada
Viernes, 22 de julio 2022, 00:40
Estamos acostumbrados a ver el escenario del Falla lleno de músicos. Muy raramente vemos a uno solo. Pero muy raramente ese solo lo llena con ... la facilidad con la que lo hace el berciano Amancio Prada. Cada una de sus presencias es una fiesta de la palabra, de la música, del sentimiento... De la vida, en definitiva. Porque la vida no son solo conciertos de masas y cajas de ritmos imposibles. Son también esos instantes en que a uno le apetece estar solo, Y escuchar a Amancio, solo frente a él, supone estar en la mejor compañía.
Los ataques de tos colectiva y contagiosa y algún que otro teléfono –siempre los hay– no nos impidieron, sin embargo, disfrutar del minuto uno al 80. Prada salió al escenario de negro, con un tenue fondo azul, y acompañado exclusivamente por una guitarra y un vaso de agua clara, aquella que manaba de la fuente y corría aunque fuera de noche. Comenzó el recital, como correspondía a su presencia dentro del Festival Internacional de la Guitarra, evocando el instrumento de las seis cuerdas: «Empieza el llanto de la guitarra. Se rompen las copas de la madrugada. Es imposible callarla. Es inútil callarla...».
Y tras el primer aplauso, el anuncio de que los 'Sonetos del amor oscuro', empezando por ese 'Soneto gongorino': «Este pichón del Turia que te mando, de dulces ojos y de blanca pluma...». Poco a poco, la guitarra, límpida, y la voz, aún transparente como el primer día, fue desgranando cada una de esas obras maestras de la poesía amorosa, mística, que Lorca destiló con su inconfundible estilo. Sonaron 'El poeta dice la verdad', 'Soneto de la dulce queja', 'Noche del amor insomne', 'El poeta pregunta a su amor por la Ciudad Encantada de Cuenca', 'Soneto de la guirnalda'... Y así, uno tras uno, fueron cayendo hasta cerrar este bloque con 'El poeta habla con el amor por teléfono', esa conversación imposible con un dolor insoportable: «Lejana como oscura corza herida. Dulce como un sollozo en la nevada. ¡Lejana y dulce en tuétano metida!».
En el autobús
Entonces, llegó el momento de coger carretera y manta con Federico García Lorca sentado en el asiento de al lado, y con el grupo de alumnos del profesor Martín Berrueta alrededor. Amancio Prada rememoró el viaje a Galicia que ofreció como un fruto tardío, pero plenamente vivo las 'Seis canciones gallegas', que constituyeron la espina dorsal de la segunda parte del espectáculo. Comenzó este segmento con 'Salutación elegíaca a Rosalía de Castro', «su hermana en la tristeza», que fue seguido por el 'Madrigal a la ciudad de Santiago', con la guitarra cayendo gota a gota, nota a nota, sobre las calles de Santiago.
La 'Canción de cuna pra Rosalía De Castro, morta', y el 'Nocturno do adolescente morto' nos trasladaron la honda pena de la pérdida. Y luego llegó una canción «de encargo», con base en el texto de la primera obra teatral de Federico, 'El maleficio de la mariposa', con anécdota incluida y la magia de la zoología como fondo. A Amancio Prada también habría que estudiarle, para obtener el secreto de su eterna juventud.
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