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El ganador del certamen, Emiliano Robledo, en un pase por alto de rodillas al quinto.

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El ganador del certamen, Emiliano Robledo, en un pase por alto de rodillas al quinto. RAMÓN L. PÉREZ

Emiliano Robledo, ganador del certamen de novilladas

El novillero azteca, que cortó tres orejas, se impuso en la final a Alejandro Peñaranda y Miguel Polope

MARÍA DOLORES MARTÍNEZ

Jueves, 20 de junio 2019, 00:50

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El azteca Emiliano Robledo, de Espectáculos Taurinos de México, se proclamó ayer triunfador del certamen de novilladas en clase práctica organizado por la Escuela Taurina Frascuelo y patrocinado por la Fundación José Tomás, con el apoyo de Lances de Futuro, la empresa arrendataria del coso capitalino. Segundo quedó Alejandro Peñaranda, de la Escuela de Albacete, y tercero Miguel Polope, de la Escuela de Valencia. El trofeo al ganador fue entregado por el director de la Fundación José Tomás, Rogelio Pérez, el de Peñaranda por José María Garzón, titular de Lances de Futuro, y el correspondiente a Polope por Joaquín Ruiz 'Ruilo, director de la Escuela Taurina Frascuelo.

Miguel Polope cortó una oreja al noble eral de Núñez del Cuvillo que abrió el festejo. Se gustó el alumno de la Escuela de Valencia con el percal y en un quite por chicuelinas y con la muleta se sintió en tandas medidas sobre ambas manos, con una última fase inspirada a base de redondos invertidos, cambios de mano y manoletinas. Mató de estocada tendida y dos descabellos.

Con el cuarto perdió de mala manera con la espada el más que merecido premio. Polope, que brindó la muerte de este novillo a Rogelio Pérez, director de la Fundación José Tomás, toreó con mucho gusto, pulso y relajo en la distancia corta, pero no supo refrendar su buen hacer. Todo quedó en pitos tras dos avisos.

Emiliano Robledo salió a por todas desde que recetó una larga afarolada y saludó rodillas en tierra a su primero, un jabonero que le protestaba en los engaños y al que logró meter en el canasto cuando lo enceló en corto. El inicio de rodillas tuvo garra, como toda la faena, que también rubricó de hinojos. El metisaca, pinchazo y media, en la que lo arrolló el novillo, le privó de un segundo apéndice.

El mexicano salió como un auténtico león a devorar al quinto para que el triunfo no se le escapara. Y para ello se fue a la puerta de toriles, comienzo emocionante de una labor de alto voltaje y de enorme vibración que caló con fuerza en el tendido porque no se cansó de darle fiesta a un astado que, como él, tuvo chiribita y fue aplaudido en el arrastre. Se fue con decisión tras la espada y a sus manos fueron las dos orejas del novillo, llegando a pedirse el rabo. La doble vuelta al ruedo del espada con la bandera de México fue en olor de multitudes.

El tercero fue devuelto por flojo y sustituido por un sobrero de El Torreón, que no le fue a la zaga en cuanto a fuerzas. Alejandro Peñaranda vio pronto cómo se diluían las posibilidades del astado y optó por tirar con mimo de las embestidas e ir recortando terreno poco a poco para construir las series. Todo el esfuerzo, sin embargo, se vio malogrado de golpe por el reiterado fallo con la espada y también con el estoque de cruceta. El triunfo quedó en silencio tras aviso.

Tras el recital de su compañero con el quinto, Peñaranda salió enrabietado y dispuesto a desquitarse del sinsabor de su primera actuación y cortó las dos orejas del que cerró plaza. La faena tuvo intensidad y firmeza, exhibiendo el representante de la Escuela de Albacete su buen concepto artístico. Mató de media estocada.

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