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El Corpus del suelo al cielo
Juncias, romero y mastranzo alfombran el recorrido de la procesión del Corpus de Granada, pero también hay en el aire el azúcar de las nubes de algodón, burbujas de los cubatas, suspiros y notas de música
El Corpus está siempre en medio. Como un jueves eterno, parte a la ciudad y a sus gentes por la mitad en lo que es ... el día más grande de su feria y fiestas. La celebración del Corpus Christi con su procesión cívico-religiosa toma el relevo de la 'Pública de las fiestas', la querida Tarasca, que la jornada anterior ha anunciado a la ciudad y al mundo que llegan los días grandes, enormes, de Granada.
Lo mismo ocurre con el amanecer que surca el cielo cuando el sol despierta y la luna, que ha venido llena de sorpresas esta semana, se va a acostar con los últimos de la noche. La noche del miércoles, víspera de la celebración del Corpus, ha dejado un ferial lleno hasta la bandera, hasta lo más alto del último grito que surge del más alto de los columpios de la calle del Infierno.
La tarde del miércoles fue muy animada con pandillas de gente de todas las edades y familias al completo recorriendo el centro de Granada para luego, en su inmensa mayoría, subir al ferial de Almanjáyar y entrar por su puerta nueva, de estreno, la que representa a la que luce en lo alto de la Cuesta de Gomérez, la Puerta de las Granadas.
Tenía el atardecer el color clásico del Corpus y se mezclaban los mil olores de la feria Las casetas anarquistas y revolucionarias combinan la política con la fiesta
Tenía ese atardecer el ferial el color clásico del Corpus y se mezclaban los mil olores y sabores de la feria y se reconocían los lugares típicos que saludan a los granadinos desde que entran a pisar el albero del ferial. La caseta de Los Maños persiste y resiste, y tras subir la pequeña pendiente de la cuesta, ya se abre todo iluminado el ferial con las casetas del Ayuntamiento, La Rural y la Diputación, que dan cabida a lo mejor de esta Granada que sube a divertirse esta noche que ha sido la del miércoles al jueves.
Las tres casetas estaban a rebosar. Era muy complicado encontrar una mesa libre para tapear. Y si esto les parece mucho, intenten estos días encontrar un hueco en la Casa de Motril, donde triunfa el otro Rey de la Noche que se conoce como 'palito de ron'. Cada noche, en ese esquinazo del ferial de Almanáyar, salen de la barra cientos de jarritas con ron pálido perfumado y que servido en lindos vasos de chupito te llevan, como en el titular de este mismo artículo, del suelo al cielo sin paradas intermedias ni ascensor.
La noche abunda y se vislumbra el skyline de la calle del Infierno, todo griterío. Vociferantes ellos y ellas. Las atracciones de feria son un gancho que engancha y llena de adrenalina a un par de euros el viaje el corazón de los jóvenes que osan disputar su reinado a la gravedad. Parece que odiaran al señor Newton, el de la manzana.
Entre casetas y columpios
Es en esta frontera entre las casetas y los columpios donde aparece el lado más alternativo del ferial, con las casetas mixtas, anarquistas y revolucionarios que combinan la política con la fiesta. Están también las del Partido Socialista y los sindicatos, todas clásicas y de las que van a por todas.
Mucha música a todo volumen y mucho postureo alternativo para una noche que pareciera que nunca iba a acabar. En el lado oeste, las comúnmente llamadas casetas discopubs, con un rollo más de perreo y de corear los estribillos de las canciones a voz en grito.
Mientras todo esto sucede, amanece que no es poco. Y ya hoy es verano.
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