«Sólo si les une un mismo propósito, las personas se comprometen con las compañías»

Áurea Benito. Todos tenemos

talento, pero si no está dirigido a un objetivo, no sirve. Está bien buscarlo, pero es mejor identificar propósitos. Cuando ambos se unen, el cielo es el límite. El propósito nos trasciende y nos hace dar lo mejor. Me encanta el espíritu de ISDIN: atrévete a soñar y no te rindas. ¿Qué seríamos sin sueños?

J.N. Por eso creo que el propósito no se inventa. Hay que identificar su esencia, construirlo yendo al pasado

y proyectándolo hacia el futuro, y compartirlo para que otros se unan. A partir de ahí,

cada empleado debe hacer un trabajo de introspección para ver cómo el suyo se alinea con el de la empresa. Si logras el match, cada empleado

se convierte en embajador.

A.B. En el ámbito laboral, las fronteras se han desdibujado: las temporales, las que separan lo personal y lo profesional, las funciones dentro de la compañía... Ahora, lo importante es crear juntos. Llevo 17 años en ISDIN y siento que siempre hemos tenido un propósito. Formularlo de forma consciente, eligiendo que cada palabra tenga valor, es fruto de muchos procesos de reflexión.

J.N. El desafío es que impregne toda la compañía. Si se inserta en su estrategia, tiene garantías de sobrevivir. El nuestro lo llevamos adelante a través de tres pilares: la innovación, con la que ayudamos a crear salud y felicidad; hacer un mundo mejor a través de nuestros movimientos; y tener embajadores que lo irradien a los clientes y a la sociedad. Es importante que la gente se enamore de él y quiera mejorar para estar más cerca de lograrlo. Pero el objetivo es disfrutar del camino, no llegar a la meta.

A.B. Podemos acercarnos a

la meta siendo nuestro mejor yo. Por eso, la sostenibilidad humana es uno de nuestros objetivos: qué valor creamos para las personas, cómo hacemos que tengan más habilidades y empleabilidad, mejor salud y bienestar, que crezcan y se desarrollen, que haya más inclusión y equidad, cómo amplificamos el sentimiento de pertenencia... Y no sólo pensando en quiénes somos, sino en quienes podemos llegar a ser.

J.N. Y eso se traslada a cómo lo formalizamos como equipo. En ISDIN, nos gusta darle a cada año un nombre para inspirar el propósito y reflejar el contexto y nuestros valores. 2023 fue Dream, que iba a cumplir nuestros sueños, y 2024 es Awake, en el que hay que estar despiertos a las oportunidades. Buscamos una excusa para comunicar y compartir el propósito, e inspirar el futuro.

A.B. Absolutamente. El modelo de liderazgo que hemos cocreado también apunta al propósito. Hemos definido tres objetivos: cuidar, retar y empoderar a las personas.

J.N. Porque un propósito activado es también una fórmula de atracción de talento comprometido.

A.B. Sí. En un mundo donde el conocimiento técnico queda rápidamente obsoleto, qué interesante es encontrar a quienes comparten valores como la curiosidad, la empatía, el compromiso social... Eso es clave para la disrupción y la innovación.

J.N. Si crecemos y enamoramos a muchas personas, el propósito ganará fuerza. Lo medimos al evaluar acciones o preguntar a los empleados por su felicidad. Y son, en general, gente muy feliz.

A.B. La felicidad es una brújula. Nuestro propósito es inspirar vidas felices y bonitas, y para ello hay que escuchar.

J.N. Áurea, siempre lo dices: qué importante es colaborar si quieres generar movimientos. En nuestro logo aparece el claim 'Love your skin'. Queremos dar a conocer la piel, para que puedas amarla. Porque si la amas, la cuidas. Y si la cuidas, tu vida será más saludable. Y te aceptarás y serás más feliz. Ese movimiento es hoy más necesario que nunca.

A.B. Es un mensaje muy potente: el amor transforma todo lo que toca. Y me encanta que nuestro propósito no vaya de piel bonita, sino de vidas sanas y felices.

J.N. Además, es universal y no tiene edad. Resuena en todas las personas, pero de manera diferente. ¿Cómo lograr que llegue a los 15.000 empleados sin diluirse? Para empezar, todas las opiniones cuentan y la contribución de cada uno es fundamental.

A.B. Manejamos la jerarquía de redes. Todos somos embajadores de un propósito, que es fruto de la cocreación.

J.N. Además de definirlo, otro desafío es convertirlo en acciones y que se irradie, porque la compañía se renueva en estrategia y personas. Para que siga vivo tiene que articularse en todo lo que hacemos: productos, mensaje, formas de trabajo... El reto es no perder la emoción: que la gente vibre, lo abrace y lo haga suyo.

A.B. Así conectamos cerebro,

corazón y trascendencia.

J.N. Para dar vida a un propósito debe haber voluntad de llegar hasta las últimas consecuencias, ir a la esencias de lo que se es y se quiere proyectar; comprometerse y esforzarse para llevarlo a cabo y descenderlo. Porque acaba siendo la columna vertebral de la compañía.