Etiquetas para todos los públicos: comprar a 'ciegas' se va a acabar

La directora del Servicio Bibliográfico de la ONCE lo ha sufrido. «Tuve que ir a urgencias», señala en conversación telefónica con este periódico. «El bote era igual y en lugar de crema me puse gel. Imagínate si te pones a tomar el sol», apostilla. Una botella de agua es igual que una de lejía o una lata de mejillones es igual que una de atún. «¿Y si soy alérgica?», se pregunta Bayarri. «Hay discriminación». Una desventaja que llevan viviendo años y que ha llegado a oídos de los gobernantes. Esta semana, el Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030 ha sacado a la luz su proyecto de real decreto para regular el etiquetado inclusivo para personas con discapacidad audiovisual. «Es fantástico ver que ya por fin hay luz al final del túnel».

No obstante, aún queda camino por recorrer. Una aventura que comenzó en la pasada Legislatura con Alberto Garzón a la cabeza del ministerio de Consumo, pero que no se llegó a materializar. Ahora, a partir de septiembre, las marcas tendrán que repensar la forma en la que se da la información a los consumidores. «Llevamos mucho tiempo pidiendo algo como esto y trabajando en ello», celebra Bayarri. «Es un paso hacia adelante, pero queda mucho».

Ahora, cuando Bayarri, va al supermercado, si no tiene a nadie con quien ir, lo hace equipada de una aplicación que lee etiquetas. Es una acción muy común entre las personas con discapacidad visual. La inteligencia artificial es una aliada en la compra. Con enfocar la cámara a la etiqueta, el móvil se convierte en un asistente que lee de principio a fin toda la información: ingredientes, fecha de envasado, de caducidad, sulfitos, alérgenos…

El nuevo etiquetado para todos deberá incorporar o permitir obtener de forma clara y comprensible al menos la siguiente información de los bienes y productos puestos a disposición de los consumidores: la denominación o nombre comercial de los mismos, y nombre y dirección completa del operador responsable en el caso de productos alimenticios, y del productor en el resto de los casos, así como información de contacto. «Esto ya se puede hacer», asegura Bayarri.

Algunos productos incorporan un código QR con esta información. «¿Pero qué hacemos con, por ejemplo, los pintalabios?», defiende Javier Pita, CEO y fundador de Navilens. Este emprendedor español ha llevado sus códigos accesibles a marquesinas, calles y también a varios productos. «Los hemos puesto incluso en bolsas y hemos demostrado que funcionan y cumplen su función», añade.

Su solución, a diferencia de los códigos QR, no es necesario escanear cada producto de forma individualizada, lo que facilita encontrar el producto buscado de una forma mucho más eficiente y rápida para todo el mundo, defiende Pita.

Precisamente, este proyecto de Real Decreto busca también abrir un nuevo campo de posibilidades a través del desarrollo de nuevas tecnologías o aplicaciones. «Hay gente mayor que no se maneja bien, aunque vamos formando y aprendiendo», destaca Bayarri. Para llegar a todos, los productos, los nuevos a partir de que se apruebe el RD, tendrán que llevar la información en braille para que lo puedan leer las personas con discapacidad. «Los que ya están en el mercado tendrán unos meses o años para que puedan adaptar los moldes», asegura. Primero llegarán los cosméticos e higiene, pero luego se irán adaptando otros sectores. «Aunque no todo estará en relieve», recuerda. «Es fantástico, un gran avance y luego se podrá ir mejorando».