Diez crisis humanitarias que siguen sin resolver, más allá de Oriente Próximo

«Hay mucho por hacer, y todos podemos contribuir a mejorar la situación de la población civil apoyando a las organizaciones que están trabajando en la zona. Nuestras donaciones son fundamentales para que sigan atendiendo a tantas y tantas personas víctimas de estas crisis olvidadas», valora Ana Benavides, directora general de Fundación Lealtad, que realiza este recopilatorio de situaciones de emergencia, que alejan el objetivo de lograr la Paz y la Justicia en el mundo, marcado por los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU.

Este país africano sufre una grave crisis política que amenaza con desmembrar el estado. Una de las áreas de mayor inestabilidad es la región de Oromía, donde se producen enfrentamientos entre el gobierno central y un grupo terrorista independentista que siembran el terror entre la población. El resultado es que los secuestros, asesinatos y extorsiones, no solo a policías, militares y políticos, sino a cualquier persona con dinero, están a la orden del día. Además, la inflación está disparada, y gran parte de sus habitantes no puede acceder a alimentos, por lo que la malnutrición crece cada día. El director de Fundación Pablo Horstmann (FPH) en el país fue secuestrado por estos terroristas y liberado tras el pago del rescate por su familia. Ante la situación de inseguridad, los cooperantes españoles tuvieron que ser repatriados a finales de 2023, pero han dejado allí una clínica materno-infantil y oftalmológica bien equipada y personal local capacitado para seguir prestando sus servicios de forma autónoma.

Al norte de este país africano, en la región de Turkana, apenas llueve, y la mayoría de los pozos se han secado. Los cultivos no pueden salir adelante, los animales no tienen qué comer, y se mueren, lo que ha provocado una gran crisis alimentaria y un incremento preocupante de la malnutrición, sobre todo entre niños y ancianos. Además, el país sufre una fuerte inflación y escasez de suministros a causa de la situación política. La FPH trabaja en el terreno tratando de mitigar la situación de malnutrición infantil, impulsando la educación y la salud de los más pequeños. Y Fundación Kirira subraya la situación que viven las niñas y jóvenes de muchas comunidades rurales de Kenia, donde se sigue practicando la mutilación genital femenina. Esta emergencia silenciosa, aparte de a sus derechos, afecta gravemente a su salud, causándoles en ocasiones la muerte. También los matrimonios y embarazos precoces son una realidad alarmante en regiones remotas del país, truncando su infancia y su futuro. Esta ONG trabaja para erradicar estas prácticas y les ofrece formación y becas de estudio para que puedan tener un futuro con mejores oportunidades.

Desde 2017, la provincia de Cabo Delgado vive un conflicto armado que enfrenta a grupos islamistas con las fuerzas de seguridad de Mozambique, provocando en esetos años más de un millón de personas desplazadas, forzadas a abandonar sus hogares. Hoy viven en pésimas condiciones, en campamentos y comunidades de acogida con recursos muy limitados. Las comunidades de las islas del norte del país se han quedado fuera de los planes de reconstrucción gubernamentales, y sufren una importante emergencia alimentaria. La falta de apoyo, los problemas de abastecimiento y la elevada inflación pintan un escenario complicado para sus habitantes. Además, algunas islas tienen muy limitados servicios básicos como la sanidad o la educación. Fundación IBO promueve el desarrollo socioeconómico de Mozambique, desarrollando diferentes programas de apoyo a la infancia, empoderamiento femenino, formación para el empleo, etc.

Este país africano lleva décadas siendo escenario de situaciones de violencia indiscriminada que han provocado una grave crisis humanitaria. Las causas son multifactoriales (económicas, sociales, étnicas), pero en los últimos años la violencia ha aumentado considerablemente en torno a las zonas mineras y las regiones fronterizas debido a que los grupos armados tratan de dominar las zonas estratégicas en las que se encuentran los recursos mineros. Más de 6 millones de personas viven desplazadas, sin acceso a alimentos ni a un refugio digno, de las cuales se calcula que el 60% son mujeres y niños. Entreculturas está presente en cuatro campos de refugiados y dos asentamientos, fomentando el acceso a la educación de los niños, proporcionándoles material escolar, kits pedagógicos y apoyo financiero en las tasas escolares. La escuela se convierte para ellos no solo en un espacio de formación, sino también de protección, apoyo y convivencia.

En 2021 tuvo lugar un golpe militar en Sudán que ha dado lugar a un devastador conflicto entre el gobierno y las fuerzas paramilitares rebeldes. La escalada de violencia ha hecho que la crisis humanitaria alcance grandes dimensiones, con unos 10 millones de personas desplazadas dentro y fuera del país. La situación económica es nefasta, los servicios básicos cada vez están peor, la desnutrición avanza, hay brotes de epidemias… Y aparte, la población padece las consecuencias relacionadas con el cambio climático. ACNUR coordina y dirige el Plan Regional de Respuesta a los Refugiados en Sudán, brindando protección, refugio y reubicación a todas las personas que se han visto desplazadas por la guerra. El país necesita urgentemente una respuesta humanitaria a gran escala, pero Médicos Sin Fronteras denuncia que esta es «profundamente inadecuada». Para poder proteger y asistir a la población civil, estas ONG necesitan acceso seguro a todas las zonas y respeto del Derecho Internacional Humanitario, algo que no siempre se produce.

Todo el África meridional está viviendo una situación de crisis climática y de seguridad alimentaria a causa de la sequía provocada por el fenómeno de El Niño: pérdida de entre el 40% y el 80% de la cosecha de maíz, aumento del precio de los alimentos, más de 9.000 cabezas de ganado muertas por falta de pastos, brotes de cólera y graves problemas económicos. Todo ello ha generado una necesidad urgente de asistencia humanitaria. Países como Malawi, Zambia y Zimbabwe han declarado desastres nacionales por sequía. El último ha sido Lesotho, donde casi un tercio de la población se enfrenta a una grave inseguridad alimentaria. Desde World Vision subrayan que esta crisis, que se desarrolla a la sombra de la atención mundial y amenaza la estructura de estas comunidades.

Cuba sufre una escasez crónica y generalizada de productos de primera necesidad, incluidos alimentos y medicamentos. La crisis económica prolongada ha dado lugar al mayor movimiento migratorio desde la revolución de 1959, y se calcula que casi el 90% de los cubanos vive en situación de pobreza extrema. Desde Fundación Esperanza y Alegría envían contenedores de ayuda humanitaria, alimentos, medicamentos y productos de primera necesidad para los más vulnerables. Todo esto se reparte a través de pequeñas organizaciones vinculadas a la Iglesia Católica de Cuba, sin discriminación por etnia, sexo o religión. Además, colaboran en el acogimiento de personas que llegan a España (8 de cada 10 cubanos escapan buscando un futuro mejor), ofreciéndoles alojamiento temporal, comida, ropa, apoyo psicológico y orientación sociolaboral.

Esta otra isla del Caribe vive una situación desgarradora, especialmente en su capital, Puerto Príncipe, donde el 80% de su territorio está ocupado por bandas armadas. La violencia de estos grupos criminales organizados desplaza a miles de familias diariamente, creando asentamientos provisionales y un éxodo hacia el interior del país. Además, padecen inseguridad alimentaria, agravada por el aumento de los precios de los alimentos y las dificultades logísticas. Cesal lleva más de 15 años en la isla, proporciona alimentos, salud y educación, pero la escasez de suministros esenciales es crítica. Ante la amenaza de hambrunas, promueven prácticas agrícolas sostenibles para mejorar la nutrición de la población y apoyar a los agricultores locales.

Un conflicto político de décadas ha provocado que millones de personas vivan en situación de pobreza y hambre extremos. La economía está colapsada, y existe una vulneración generalizada de los derechos humanos, sobre todo en mujeres y niñas, a lo que se unen los efectos del cambio climático, con la pérdida del 40% los cultivos, y de la devastadora pandemia del COVID-19. Más de la mitad de la población vive por debajo del umbral de pobreza. World Vision, que lleva en el país 20 años, calcula que más de 24 millones de personas necesitan asistencia humanitaria, y que unos 13 millones de niños precisan de ayuda para sobrevivir.

Lamentablemente, la situación en Oriente Próximo vuelve a situar al Líbano en los titulares. Está entre las crisis olvidadas porque este país tiene el mayor número de personas refugiadas per cápita del mundo, entre ellas unos dos millones de desplazados de la vecina Siria. En estas zonas de conflicto, los niños son uno de los grandes grupos de damnificados. Hoy, de los 700.000 menores sirios en edad escolar que viven en Líbano, solo un tercio está escolarizado en colegios públicos. Entreculturas, que defiende la educación como medio para el cambio y la justicia social, les ofrece educación mientras trata de que puedan ingresar en el sistema educativo libanés.