La ruptura de Podemos con Sumar no alcanza de momento a Andalucía

Por Andalucía, coalición formada para las elecciones autonómicas de 2022, fue de alguna manera precursora de Sumar, ya que aglutinó bajo el madrinazgo de Yolanda Díaz a las principales fuerzas que un año después convergerían en la fuerza política impulsada por la vicepresidenta: Izquierda Unida, Podemos, Más País y otras formaciones menores.

Ya en aquel momento, la tensión entre Podemos, que reclamaba la hegemonía de la coalición, y el resto de las fuerzas fue evidente hasta el punto de que la lista electoral fue registrada al filo del vencimiento del plazo legal y sin que la formación morada figurara formalmente como parte de la misma. Hay quienes dentro de Por Andalucía valoran ahora que ya entonces en la formación morada había comenzado a germinar la semilla de la ruptura y que Pablo Iglesias apostaba por un mal resultado andaluz que lastrara antes de nacer el proyecto entonces incipiente de Yolanda Díaz.

Por Andalucía, condicionada por la división de la izquierda y la presencia electoral de Adelante Andalucía, a duras penas consiguió formar grupo parlamentario con cinco diputados (tres de Podemos, una de IU y una de Más País) y desde entonces la tensión interna ha tenido altibajos. El momento de mayor crisis se vivió cuando la portavoz, Inmaculada Nieto (IU), decidió que el lugar de Por Andalucía en la Mesa del Parlamento lo ocupara Esperanza Gómez (Más País) en lugar de la miembro de Podemos Alejandra Durán.

Ahora, el proyecto de Pablo Iglesias pasa por presentar candidatura propia a las próximas elecciones europeas, que se celebran el 2024, y en ese objetivo se inscribe la salida de sus diputados del grupo de Sumar en el Congreso. La pregunta es si esa estrategia de ruptura tendrá su correlato en el grupo parlamentario de Por Andalucía.

De momento la respuesta es no, por varios motivos. La primera es que la política aislacionista con el resto de la izquierda y de ensimismamiento que la dirección estatal de Podemos ha impulsado en los últimos meses no ha tenido un seguimiento unitario en la militancia. «Tenemos que dejar de hablar de nosotros mismos» es la frase que más repetidamente suena puertas adentro.

Esta división, que en otros territorios se ha traducido en el abandono de direcciones regionales, se refleja en el grupo parlamentario andaluz, donde sólo uno de los tres diputados autonómicos morados de Por Andalucía –el gaditano Juan Antonio Delgado- es considerado seguidor incondicional de la estrategia de Iglesias. Delgado no pierde oportunidad en los plenos del Parlamento de exteriorizar su falta de sintonía con sus socios de coalición absteniéndose de aplaudir las intervenciones de la portavoz del grupo o ausentándose durante las mismas.

Asimismo, la secretaria general de Podemos en Andalucía, Martina Velarde -de quien este periódico ha intentado sin éxito recabar su opinión-, es una de los cinco diputados que han protagonizado la ruptura en Madrid, pero no está claro que vaya a llevar a la organización andaluza por el mismo camino. En primer lugar, porque no está claro que comparta completamente esa estrategia. Y también, porque su liderazgo -que algunos en sus filas consideran ecléctico- no tiene la fortaleza suficiente para forzar una ruptura que buena parte de la militancia no comparte.