A Juan Espadas le hacen un 'pedrosánchez'

Existen los militantes pero la militancia -como la cúpula o el poder- es un ente abstracto.

Cuando se deja participar a los afiliados, uno a uno, sí es un ejercicio de democracia interna. Cuando se toman decisiones amparadas en la 'militancia' son intuiciones o caprichos personales; unas veces para perseguir el interés general y, en otras ocasiones, el beneficio propio.

A Juan Espadas le han hecho un 'pedrosánchez' del 17. El todavía secretario general del PSOE andaluz es un líder sin poder institucional al que pretende mover la silla el aparato del partido; ya sea Ferraz o los 'aparatitos' provinciales que, en algunos casos, tienen más influencia que la propia ejecutiva regional.

Y Juan poco más puede hacer. Al fin y al cabo, él llegó a la sede de San Vicente hace tres años por una operación similar.

Pronto sabremos si el aparato -y los 'aparatitos'- promoverán con indisimulado descaro un candidato o candidata oficialista. De momento, podemos constatar que los mismos que llevaron a Espadas a liderar el PSOE andaluz en 2018 lo han dejado solo; porque el fracaso, siempre es de otro.

Convendría, tres años tan sólo después, que hicieran balance de aquella maniobra para valorar si mereció la pena. Si realmente fue buena idea sacar del Ayuntamiento de Sevilla a un alcalde con carisma -y expectativas de revalidar el puesto- para soltarlo en un escenario donde se convirtió en un político anodino.

Juan Espadas, al que dejamos de escuchar en vísperas de Navidad, cuando todavía sostenía por encima de su palabra que optaría a las primarias, tendrá que comparecer este martes para decir por cuál de los dos caminos ha optado tras sufrir un 'pedrosánchez'.

El primero, desdecirse de lo que estaba tan convencido hace tres semanas. Asumir su muerte política para que otros compañeros sigan con vida. Y, salvo que quiera ser de los pocos dirigentes que anteponen su orgullo, aceptar alguna canonjía a cuenta de la renuncia.

El segundo, hacerse también él un 'pedrosánchez' del 17 y buscar el apoyo de los militantes para vencer al aparato que habla por la militancia.

Esta alternativa sería la coherente con sus palabras. Quizás, la más digna. Pero, a menudo, la política sólo tiene un camino.