«Aquí las personas mayores no se sienten invisibles»
Quesada | 5.303 habitantes ·
Rosa Valiente. La directora de los museos Rafael Zabaleta y Miguel Hernández alaba la cotidianeidad de un municipio pequeñoj. a. garcía-márquez
Jueves, 27 de febrero 2020, 23:30
Licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Granada, especialidad Restauración Pictórica, Rosa Valiente Martos, que nació en Quesada, su querido pueblo de Jaén, es ... desde 2008 directora del Museo Rafael Zabaleta y, a partir de 2015, encargada del Museo Miguel Hernández. Desde su doble responsabilidad no solo desarrolla un proceso continuo de investigación sobre la obra del pintor y del poeta que transmite a la sociedad quesadeña y al público en general, también ofrece la posibilidad de conversar, crear pensamiento libre, intercambiar ideas, generar inquietudes.
Rosa se siente afortunada con un trabajo diverso y multidisciplinar enfocado al arte. Los cinco minutos que tarda desde su casa al Museo constituyen un privilegio para los sentidos que transcurren contemplando el bello paisaje de la tierra. La vida en el pueblo está regida por su entorno natural. Asegura que siempre encuentra un hueco para pasear por los alrededores. No hay lejanía, en apenas diez minutos en coche puede estar en pleno corazón de la montaña, ante un ciervo, un corzo o una cabra montés. Respirar, percibir el silencio, sentir la brisa es para ella un ejercicio de meditación. El Puerto de Tíscar, El Chorro, El Valle de los Tejos, El Nacimiento del Guadalquivir o la Cueva del Agua son lugares de culto para la mujer que antes de dirigir el Museo de Quesada participó en la restauración de las pinturas murales del barrio de la Carrera del Darro, así como trabajos artísticos en el Hospital de San Juan de Dios de Granada, el Monasterio de Guadalupe en Cáceres, la Catedral y la Iglesia de San Ildefonso en Jaén, el Hospital de Santiago de Úbeda o la Antigua Universidad de Baeza.
El 'magicismo'
Rosa Valiente afirma que el hecho de que Rafael Zabaleta naciera en Quesada supone su universalidad, aunque el pueblo en sí tiene tal patrimonio natural, historia y cultura que hay que hablar del 'magicismo' de esta tierra que remueve el alma en silencio al tiempo que paraliza al mirarla, como cuando se descubren restos prehistóricos o pinturas rupestres.
Aduce que Zabaleta plasmó a la gente de Quesada de una manera única, enalteciendo la labor agrícola y presentándola con orgullo y respeto, comprendiéndola e identificándose con ese campesinado voluntarioso y enamorado de una tierra a la que cuida con esfuerzo.
Para Rosa la vida cotidiana en Quesada es muy cercana. En verano, las plazas se llenan de niños que juegan hasta la madrugada. El saludo se convierte en un protocolo de amistad. Todos se conocen, se aprecian, las personas mayores no se sienten invisibles. Vivir las tradiciones, el folclore y disfrutar de la gastronomía de la tierra conlleva la sensación de compartir vida en una sociedad extrovertida, amable, confiada. En los centros educativos niños y adolescentes crecen de manera fraternal y amistosa y le gratifica sobremanera su cercanía con los escolares que, a lo largo del proceso educativo, acuden al Museo acompañados por maestros y profesores. Lo hacen de forma periódica, así que los encuentros crean un vínculo y una intercomunicación que le permite apreciar el progreso evolutivo de los chicos hasta llegar a la Universidad.
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