El lamento de un profesor universitario andaluz ante el nivel de los alumnos: «Hemos visto una caída en picado»
Denuncia la «apatía» y el «pasotismo» que cada vez crece más entre los jóvenes que llegan a la educación superior
C. L.
Jueves, 26 de junio 2025, 13:08
Terminado el curso universitario, un profesor de Ecomía ha querido lanzar un mensaje en redes sociales ante el preocupante deterioro de la actitud del alumnado ... en los últimos años. El educador no solo habla de las notas, sino que se centra en la actitud con la que los jóvenes afrontan su etapa universitaria en los últimos años.
Pese a la alta tasa de rendimiento de los alumnos universitarios en España, existen excepciones en las que el resultado es decepcionante, ya sea por la pésima actitud del estudiante o por sus bajas calificaciones en los exámenes que se realizan a lo largo del curso.
Manuel Hidalgo, profesor de Economía aplicada en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, denuncia la «apatía» y «pasotismo» de sus estudiantes en una extensa reflexión que hace extensible al resto de alumnos españoles y se ha hecho viral en X.
Acaba el curso. Hoy he tenido el último examen y las sensaciones son muy malas. En muy poco tiempo hemos visto (lo acabamos de comentar en el grupo de profes de la asignatura) una caída en picado de la actitud del alumno medio en la universidad.
— Manuel Hidalgo (@Manuj_Hidalgo) June 24, 2025
Digo medio porque hay …
Hidalgo cuenta que el pasado martes tuvo el último examen de su asignatura y se muestra disgustado con los resultados y el transcurso del año escolar. «Las sensaciones son muy malas. En muy poco tiempo hemos visto (lo acabamos de comentar en el grupo de profes de la asignatura) una caída en picado de la actitud del alumno medio en la universidad. Digo medio porque hay excepciones», cuenta.
El educador defiende que el profesorado de Economía aplicada, una asignatura «larga y densa», se esfuerza porque «se haga más fácil y llevadera para los alumnos». De esta forma, explica, les pasan material y realizan test semanales que no son evaluables pero sirven para subir nota y eliminar materia: «Así no dejan la asignatura para el último día y van llevándola más fácilmente».
Muestra su frustración tras comprobar que el esfuerzo por ahcer más asequible su asignatura no ha dado los frutos esperados: «Se les ha puesto test anidados para que aprendan mejor conceptos» e incluso los profesores realizan podcasts para que los alumnos «sigan la asignatura incluso desde el gimnasio». Además, valoran la asistencia y las clases son dinámicas, «al suponerse que ya llegan con el material ojeado».
El resultado de sus alumnos es muy decepcionante. «Este año la mayoría no ha eliminado materia porque no estudiaban para los controles», mientras que, asegura, el 40% no asiste a clase en general y solo el 50% lo hace todos los días.
«Muchos no toman apuntes, se limitan a escuchar y muchos, con portátiles abiertos, dedican las dos horas de clase a hacer otras cosas», asegura Hidalgo, que denuncia el bajo nivel de los estudiantes: «Me preguntan días antes de los exámenes que no saben por dónde estudiar. Cuando les dices que si tienen apuntes de clase, te dicen que no. En el examen, no comprenden algunas palabras o te hacen preguntas que, literalmente, me sorprendería de niños de 10 años...».
Para este profesor universitario, la sensación es de «apatía en general, de pasotismo» por parte del alumnado: «De 'aquí estamos pasando el tiempo que falta para empezar a vivir'. De 'me sirve el mínimo esfuerzo'».
El origen
Para entender este deterioro de la actitud de los jóvenes que acceden a la universidad, el profesor apunta a dos: las pantallas y el covid, que «hizo mella». No obstante, intenta mantenerse positivo: «Lo mismo el año que viene vuelve una nueva hornada más capaz». Además, recalca, «en cada grupo de 60 siempre hay uno o una que destaca, que se esfuerza y que obtiene resultados».
«En fin. Desazón. Mucho trabajo para captar interés y ganas y no hay resultado visible. Y me cuentan que es generalizado para casi todos los colegas de la profesión», lamenta Hidalgo, que finaliza su reflexión con esta demoledora afirmación: «No sé cuál es la solución. La verdad».
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