De sombra en sombra
La sombra y las corrientes de aire son el aire acondicionado de los pobres, pero no siempre hay
Manuel Pedreira Romero
Viernes, 2 de agosto 2024, 23:00
La obra da de mano en verano a las tres de la tarde. Así lo establece la normativa laboral, que fija en esa hora, las ... tres, el momento a partir del cual ninguna criatura puede andar con la llana y la plomada en las manos. Se procura así que los albañiles eviten trabajar cuando la temperatura es tan elevada que pone en peligro la salud. Ocurre que la cautela que inspira la norma salta por los aires un día sí y el siguiente también. El texto legal, para acompasarse a estos veranos, debería fijar que la jornada ha de terminar a las nueve de la mañana. Estar en la calle después de esa hora empieza a ser una temeridad. Si encima has de andar con casco, chaleco y un pico en la mano, deben dar ganas de saltar del andamio a una piscina de hielo.
Cada año hace más calor que el anterior. Lo diga la estadística o no. Y cada año publicamos un simpático reportaje sobre trabajadores que han de desarrollar su jornada laboral bajo el lorenzo. Este verano aún no se ha publicado porque los dos redactores que lo intentaron no volvieron para contarlo, víctimas de un fatal golpe de calor. No habrá un tercero, decisión de mi empresa que, sin que sirva de precedente, comparto.
La Inspección de Trabajo ha abierto casi un centenar de expedientes ante la sospecha de que no se cumplen las normas y los trabajadores, esas criaturas que han tenido la desgracia de no heredar una fortuna y se ven abocadas a sudar el pan para buscarse la frente, pueden estar en peligro. La legislación exige que el patrón proporcione a sus empleados agua, ropa transpirable, crema solar y sombra para los ratos de descanso, que en todos los trabajos se fuma.
La sombra. Ahí me has dado. Esa noche errante que solo existe porque existe el sol. Mi reino por una sombra. Escribe Alejo Carpentier en 'La ciudad de las columnas': «No había casa cubana, en los días de mi infancia, donde no estuviese perfectamente localizado el 'lugar del fresco', que solía desplazarse de primaveras a otoños y cuyo ámbito era juiciosamente aprovechado por sus moradores, quienes, en prueba de amistad, revelaban sus arcanos a algunos visitantes escogidos».
La sombra y las corrientes de aire son el aire acondicionado de los pobres pero con frecuencia no hay ni de la una ni de las otras. Con este calor no se puede trabajar y el trabajo comienza ya en el mismo gesto de levantarse del sofá. Como esa ardilla que atravesaba la península de árbol en árbol, paso estos meses de estío salvaje de sombra en sombra y de un aire acondicionado a otro, convencido de que por encima de los 35 grados lo único que puede funcionar bien es una chimenea.
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