Estaba convencido de que los expertos eran tan reales como las encuestas del CIS cuando una extraña llamada vino a ponerme en mi lugar. Por ... su puesto, el teléfono sonó a la hora de la siesta, como cualquier llamada importante que se precie.
«¿Es usted Jesús Lens?», preguntó una voz cavernosa al otro lado del metafórico hilo telefónico. «Tengo una proposición exclusiva para usted que solo estará vigente durante el tiempo que dure esta conversación. Antes de colgar tendrá que haberme dado una respuesta, afirmativa o negativa».
Con los reclamos comerciales, siempre me zafo diciendo que tengo todas mis necesidades cubiertas, aunque suene algo pretencioso, casi pornográfico. Pero reconozco que me picó la curiosidad.
«Queremos que usted, Jesús, forme parte de nuestro panel de expertos». ¡Toma ya! Cosas peores me han llamado. Molaba eso de ser experto. ¿Pero experto, en qué? «Experto, a secas. Experto en lo que nosotros digamos. Un experto para cuando necesitemos a un experto».
Empecé a rallarme. No quiero ser pretencioso y, aunque jamás me definiría como experto, de algunas cosas, algo sé. ¿Cine? ¿Novela negra? ¿Condumio? ¿Leer? ¿Escribir?
«No me está entendiendo. Si acepta nuestra oferta, Jesús, usted será uno de nuestros expertos de cabecera. Cuando necesitemos su aval de experto en alguna cuestión, le daremos la formación e información suficientes sobre el tema para que pueda formarse su propia opinión… de experto. De esa manera, estará usted en condiciones de suscribir y refrendar, con conocimiento de causa, el informe o recomendación de turno que precise del marchamo de un comité de expertos».
Aunque empezaba a entenderlo, me surgía otra duda: ¿de dónde provendría esa formación informativa? «De nuestros expertos, por supuesto. Tenemos a los mejores expertos en los campos más diversos y específicos».
Por supuesto, dije que sí. Ya me estoy postulando para avalar decisiones científicas, suscribir sesudas peticiones y airadas cartas de protesta. Hasta manifiestos, firmaré. Podré participar en debates, tertulias y mesas redondas. Y hasta cuadradas. No habrá materia que se me resista ni tema lo suficientemente complejo. ¿Necesitan a un experto? Llámenme.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión