Tocar de oído
José Lupiáñez
Miércoles, 13 de diciembre 2023, 23:01
Algunos momentos de la vida de los creadores, poetas, novelistas y artistas en general, suelen ser la materia nutricia para construir poemas, en ocasiones como ... homenaje, y otras como elemento de reflexión sobre la vida, la muerte, la memoria, o la propia creación literaria. Los 'novísimos' pusieron de moda esta suerte de textos, que tenían mucho de ese culturalismo provocador con el que se dieron a conocer, impostaciones al margen. Este parece ser el punto de partida de Pedro Flores (Las Palmas, 1968), quien con su libro 'Tocar de oído', recientemente publicado por Devenir, se ha alzado con el último Premio Internacional de Poesía Miguel Hernández Comunidad Valenciana 2023.
'Tocar de oído' es un libro denso, un viaje a la Literatura y por la Literatura, un retablo para la evocación de autores clásicos y modernos, malditos muchos de ellos, suicidas, iconoclastas, rebeldes, olvidados o irreductibles. Yo diría que la muerte y la reflexión metapoética son sus ejes cardinales, porque en la mayoría de los textos la muerte ofrece su luz cenital sobre las vidas extraviadas, con dolorosas estampas en las que toda una existencia se resume, como en un epitafio, a partir de cierta anécdota, de un suceso banal o de un juego de azar insidioso, que desconcierta. Los poemas surgen de ahí, y en todo momento el poeta sabe que está construyendo su texto acogiéndose al amparo de una biografía, o de algún detalle quizá nimio de la misma, pero que logra trascender mediante un ejercicio de poética narratividad, sin dejar de lado la honda vibración del pensamiento. El aguijón de la palabra apunta hacia el hecho mismo de crear, entrelazando el poema con escenas vitales, que acentúan el dramatismo novelesco, o el recuerdo visionario de quienes también crearon en otro tiempo o en otro lugar. De ahí el homenaje y, en ciertas ocasiones, el escarnio.
El concierto de nombres es copioso y revelador. Podríamos citar muchos de ellos, y veríamos cómo a casi todos los hermana la heterodoxia: Valente, Vallejo, Hart Crane, Verlaine, Apollinaire, Costafreda, Delmira Agustini, Rimbaud, Trakl, Horacio Quiroga, Pushkin, Lérmontov, Leonel Rugama, Kostas Kariotakis, por anotar unos pocos. Pero ahí quedan también el suicidio de Ganivet, la muerte de Julia de Burgos, o la de Jorge Debravo, atropellado en su motocicleta por un conductor ebrio, o la del poeta «más irredento de los infrarrealistas», José Alfredo Zendejas, que cruzaba las calles sin mirar. La voz de Pedro Flores dialoga con todos ellos, a veces desde la ironía y otras desde la conciencia de que lo hace con auténticas voces fundadoras, generadoras del raro misterio de la creación, a pesar de los estigmas, las contradicciones o lafatalidad impasible.
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