En España el lenguaje público es el arte de repetir metáforas cogidas por los pelos, adaptarlas a las necesidades propias y proferirlas solemnemente. Dices «vemos ... ya la luz al final del túnel» y pasas por el profeta que nos sacará de ésta. Como «los brotes verdes» de la etapa de Zapatero para anunciar el final de una crisis y salir del paso.
Hubo una época en que nos inundó la expresión «hasta el rabo todo es toro» y lo mismo era un partido de fútbol, las elecciones o la fiesta del Corpus: todo quedaba marcado por el rabo taurino. Ahora nos hemos hecho más finos y priman las preocupaciones por los problemas reales de la gente y el desarrollo sostenible (e inclusivo).
Pero lo que hoy hace estragos es el ADN. Lo inunda todo. Gana el Real Madrid en el último suspiro y se debe a que está en su ADN, pero también existe (dicen) un ADN-Barça, al parecer un estilo propio. El Granada tiene ADN de «eterna lucha»: lo ha pagado el Athletic.
Todos se apuntan al nuevo mundo metafórico. Repsol asegura que en su ADN está hacer productos más sostenibles, mira tú. Se lee: «la responsabilidad social está en el ADN de las grandes empresas y de las pymes». No caben preocupaciones, pues el adeenismo es una garantía: nadie puede ir contra su genética, por lo que nunca ha habido ni habrá empresas sin responsabilidad social. Sorpresas que da la retórica posmoderna.
La metáfora ADN tiene éxito por su aire técnico, así como por su rotundidad expresiva, como quien dice verdades infalibles. Si afirmas que llevas Europa en tu ADN, además de compromiso con la sostenibilidad y la paz, tienes un ADN de primera calidad.
Ahora bien: no te entusiasmes, pues todo mundo se ve con un ADN excepcional, sean deportistas, empresarios, banqueros (la innovación forma parte de su ADN, dice alguno) o sindicalista («las mujeres forman parte de nuestro ADN sindical»).
Y luego están los políticos. Con la alegría que les caracteriza, se apuntan a cualquier novedad metafórica. Cuando proclaman su ADN quieren mostrar sus esencias, o al menos sus querencias. «La bajada de impuestos está en el ADN del PP», aseguran los concernidos. También «el acuerdo», quién lo iba a decir. En el ADN de IU está «la soberanía del pueblo saharaui»: sorprende viniendo de quienes están en el gobierno que se la ha negado.
El PSOE tiene el ADN más cuajado: «Gobernar para la mayoría» (sic), luchar por la igualdad, federalismo, ecologismo, bajar los impuestos a castellano-manchegos (sic) y sostener el bienestar, servicios públicos y cantidad de cosas. No dan abasto. Tampoco el ADN podemita se queda manco. De él forma parte «la unidad de las izquierdas» (¡!), el «sumar a diferentes» y dialogar. Buena gente, por tanto.
Con tan espléndidas cargas genéticas extraña que demos tumbos. Quizás la evocación de 'adeenes' de los que están hechos nuestros sueños sea pura filfa. Está en nuestro ADN el autobombo.
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