No quiero ni pensar en cómo habrá quedado toda la zona del cerro San Miguel. Es decir: lo he visto en fotos y se me ... ha hundido el alma. ¿Cómo será el impacto, en vivo y en directo, a pie de monte? De momento, no voy a ir a comprobarlo. No quiero llevarme una de esas irritaciones que quitan años de vida ni cabrearme hasta el punto de querer saber quiénes son los dos gilipollas de la barbacoa que ha provocado el desastre. Presuntamente. Siempre presuntamente. Presuntamente culpables. A buen seguro gilipollas.
Era, y a buen seguro que volverá a ser, una de las vistas más espectaculares y arrebatadoras del mundo. De hecho, hace años, en un TAT Granada, nos llevamos a correr por aquellos andurriales al mítico Chema Martínez para disfrutar de una vista icónica. Ahora, todo está calcinado. Una imprudencia, dicen. Que se les fue de las manos. Una irresponsabilidad. ¡Dos gilis, perdónenme que insista! Con este calor, con ese viento, dos personas y una barbacoa. ¿En serio? ¿De verdad?
La culpa es del par de tonticos del haba, por supuesto. Pero la responsabilidad es más extensa. Por ejemplo, de las autoridades de la Junta de Andalucía que consideran que todavía no es verano, desde el punto de vista del riesgo por incendios forestales. ¿Habrán oído hablar del cambio climático? ¿De la ola de calor de hace un par de semanas? ¿No deberían haber anticipado los protocolos? Que la calor llega cuando llega y no sabe de calendarios, turnos y libranzas.
El mismo domingo, ardían las redes (ejem) y los iracundos comentarios a la noticia en este periódico denunciaban la pasividad de las autoridades a la hora de controlar todo el entorno de San Miguel, zona de botellón, acampada y residencia improvisada de decenas de personas cada fin de semana. De hecho, los imbéciles de la barbacoa habían pernoctado allí, como si de un camping se tratara.
A todo el mundo le gusta Granada. Y sus vistas. Todo quisque quiere venir a nuestra ciudad. La gente con posibles se organiza de una manera. La chavalada con recursos más limitados, de otra. Pero eso no justifica la mentecatez de unos y la desidia de los otros.
Sobre las palabras del alcalde, señalando que «se lleva ya varios años trabajando en la tramitación administrativa para que todo el entorno que se ha visto afectado por las llamas pueda llegar a convertirse en el mapa urbanístico de la ciudad en un parque público que endurecería las medidas de control que pesan ahora mismo sobre este lugar» hablamos otro día. Pero conviene quedarse con lo de «varios años trabajando», junto y en la misma frase.
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