Hechos alternativos
CÁTEDRA FILOSOFÍA UGR ·
Cuando unos hechos son inaccesibles a la experiencia humana, entra en juego la posibilidad de manipulaciónANDREA PÉrez
Madrid
Lunes, 25 de abril 2022, 23:15
Cuando Donald Trump pronunció su primer discurso como 45º presidente de Estados Unidos en enero de 2017, sentenció: «Las palabras huecas son cosa del pasado». ... Lo hizo ante una multitud de seguidores que se congregó aquella mañana frente al Capitolio para escucharle. Aquella masa humana, esparcida a lo largo y ancho del National Mall, en pleno centro de Washington D. C., fue objeto de la primera polémica del incipiente mandato del nuevo dirigente: ¿cuántas personas acudieron en realidad al acto de investidura? ¿Fueron más que las que apoyaron al expresidente Obama en 2009? Dos imágenes publicadas por la agencia Reuters contraponiendo visualmente ambos momentos históricos sirvieron el debate: «Un millón y medio», aclaró Trump al día siguiente.
Tras ponerse en cuestión, por parte de diferentes medios de comunicación, esta primera cifra lanzada a la opinión pública, el entonces secretario de prensa de la Casa Blanca, Sean Spicer, añadió en una rueda de prensa que «fue la toma de posesión con mayor asistencia de la historia» del país. Dado que la Administración de Parques Nacionales dejó de publicar las cifras de asistencia a eventos masivos en el National Mall en 1995, las afirmaciones del Gobierno fueron imposibles de refutar con algún dato oficial 'definitivo' o susceptible de consensuar.
Así, entre un revuelo de declaraciones, nació la expresión «hechos alternativos» («alternative facts»), usada por Kellyanne Conway, estratega política y consejera de Trump, para defender la afirmación de Spicer durante una entrevista para el programa Meet the Press de la NBC. Presionada por el presentador Chuck Todd para explicar por qué Spicer «expresó una falsedad demostrable», Conway respondió que no se trataba de una mentira, sino de un «hecho alternativo». Este lenguaje agonal, de 'guerra total', revela una relación con la realidad que tiene sus raíces en la sofística griega del siglo V a. C.: la fuerza retórica de convicción eclipsa la verdad de los argumentos; la voluntad de hacer triunfar la opinión propia se impone a la demostración racional.
Cuando unos hechos son inaccesibles a la experiencia humana, entra en juego la posibilidad de manipulación; aquí, la 'posverdad' se alza como una cuestión de poder, de capacidad para instaurar una versión de los hechos que beneficia coyunturalmente la posición de quien la difunde. Cuando los hechos son relativos, la verdad es una cuestión de perspectiva. «No hay manera de contar las multitudes», explicó Conway. No es posible conocer la verdad.
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