Mamardashvili vuelve a su mejor escaparate
Su visita a en la previa de la UEL con el Locomotivi Tbilisi llamó la atención y ayudó a que fichara por el conjunto che
Fran Rodríguez
Granada
Viernes, 20 de agosto 2021, 01:37
De Giorgi Mamardashvili (Tiflis, Georgia, 2000) no se conocía absolutamente nada hace justo doce meses. Ni los más enfermos de las parabólicas conocían la existencia ... de un espigado –1,99 metros– guardameta georgiano que custodiaba el arco de uno de los equipos más importantes de su ciudad natal:el Locomotivi Tbilisi. Pero en su camino se cruzó un equipo español, y no uno cualquiera. El Granada iba a tener su segunda prueba de fuego europeo en Los Cármenes ante el conjunto georgiano. Rápidamente, los pocos expertos del fútbol del país 'sakartvelo' coincidieron al señalar a ese joven portero, que pronto se acortó en 'Mamar' para su visita a España, como el gran obstáculo para que los de Diego Martínez siguieran avanzando hacia la fase de grupos.
Mamar jugaba en el Locomotivi Tbilisi, el vecino humilde del coloso georgiano, el Dinamo Tbilisi. De hecho, lo hacía en calidad de cedido por el Dinamo. Desde muy temprana edad, el portero mostró sus reflejos y envergadura, siendo captado por los ojeadores de la Academia Dinamo, la cantera del mejor club de toda la nación. Aún muy joven y destacando con las inferiores de la selección georgiana, a Mamardashvili se le dio la opción de salir cedido al Rustavi, donde dio un paso más en su imberbe carrera. Tenía 17 años y cuando cumplió los 18 ya había alcanzado una docena de partidos como sénior. Su valentía en las salidas y los reflejos sobre la línea de cal le hicieron ser considerado uno de los mejores porteros del mundo en su generación, pero solamente dentro de sus fronteras.
Para trascenderlas necesitaba un encuentro fortuito con la élite. Pero Rustavi quedaba lejos del foco y la cesión al Locomotivi tampoco parecía catapultarle a sitio alguno. Al poco de cerrarse su cesión al hermano chico del Dinamo, los ferroviarios lograron un billete para la fase previa de la Europa League y la historia comenzó a escribirse sola. El primer duelo, a finales de agosto del desolador 2020, fue ante el Universitatea Craiova y acabó 2-1 para los georgianos gracias a una buena parada del joven meta. La poca entidad de ambos rivales hizo que aquella primera gesta pasara desapercibida.
Mucho peor era el panorama para la segunda ronda previa ante el Dinamo de Moscú. Cuando se supo que el ganador de ese cruce se enfrentaría al Granada si vencía en Teuta, fueron muchos los granadinos que tras ver el cómodo estreno en Durrës, se las arreglaron para 'estudiar' al teórico rival destinado: el famoso Dinamo de Moscú en el que militó Lev Yashin. Pero en aquella noche georgiana la araña negra era de Georgia y rompió las quinielas.
Estoico, soportó el timorato asedio al que sometió el cuadro ruso a los suyos durante 45 minutos de impracticable balompié. Con el 0-0, Mamardashvili mantuvo vivo a los suyos con dos paradas de enorme mérito. El gol de Irakli puso en ventaja a un Locomotivi que soñaba despierto sobre un terreno de juego en el que los moscovitas fueron aumentando el ritmo. Pero no podían con el portero, tocado por la varita. El segundo gol local premió la exhibición del meta, al que solamente pudieron batir los rusos con un penalti en el añadido.
Un misil imposible
El sorteo quiso que la tercera ronda para Mamar, segunda para el Granada, se jugase bajo los focos de un escenario de la élite española. Los Cármenes acogieron un encuentro en el que el Locomotivi era la víctima perfecta o la trampa mortal de un Granada que salió al ataque, obligando al meta georgiano a ampliar su catálogo de intervenciones. Atrapó un tímido remate de Gonalons y una volea mordida de Milla. Atento, negó el gol a Machís en un uno contra uno cuando moría el primer tiempo.
Sin embargo, en el primer minuto del segundo acto, el venezolano le ganó el pulso. Aunque bien colocado e impulsado, el vuelo de Mamar fue inútil ante un escuadrazo de época del de Tucupita. El 1-0 pudo con el ánimo de los ferroviarios, pero no con el del joven guardameta, que se sabía en el mejor escaparate posible, con LaLiga acechando para estudiar al Granada y abiertos a toparse con una joya. Un guardián de dos metros con capacidad para estirarse a ras de césped lo es. Voló para sacar un gol seguro a Puertas y otro a Soro. Nada pudo hacer ante un rechace que Molina cazó en el área.
Su equipo llegaba hasta ahí en Europa League, pero a su incipiente leyenda le quedaba mucho recorrido. Algunos aficionados rojiblancos vieron en él el sustituto perfecto para Rui Silva, una opción con proyección y no demasiado mercado. Pero el Valencia estaba ya preparando la traca para sacarlo de Georgia. A Bordalás no le ha temblado el pulso para hacerle debutar en el estreno liguero y Mamar fue el mejor. Como en pretemporada. Y como aquella noche en Granada.
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